Naumaquias, las batallas navales del Coliseo
Nueva polémica suscitada por el estreno de Gladiator II
El estreno de Gladiator II ha suscitado, como suele ser habitual en su director, numerosas críticas acerca del tratamiento histórico mostrado en la película. Ridley Scott, quien el año pasado presentaba Napoleón, película también rodeada de polémica, de nuevo escandaliza a los historiadores. Estos advierten que el espectáculo hollywoodiense tiende a perpetuar conceptos erróneos entre el gran público.
Gladiator I, la cinta original protagonizada por Russell Crowe, en su momento volvió a poner de moda el peplum, un subgénero que se ambienta en la Antigüedad clásica, y que se conoce popularmente como «cine de romanos». Entonces corría el año 2000 y este tipo de historias estaban más que olvidadas, aunque en el pasado superproducciones como Ben-Hur (1959) y Espartaco (1960) llenaban las salas. Pensar que una nueva historia de estas características iba a arrasar en taquilla resultaba difícil de prever. En la gala de los Óscar, la cinta de Ridley Scott fue galardonada con cinco estatuillas, incluidas la de mejor película y mejor actor. Veinticuatro años más tarde, el cineasta regresa con la continuación de este clásico moderno.
Ya desde los primeros avances, eran mostradas una serie de escenas que llamaron mucho la atención entre el público. En ellas, el Coliseo de Roma exhibía una asombrosa batalla naval en aguas plagadas de tiburones. ¿Fueron los romanos capaces de realizar semejantes eventos? Los especialistas no se ponen de acuerdo a la hora de responder a esta pregunta.
Escena de la película Gladiator 2, dirigida por Ridley Scott, la película de las navidades 2024.
Las naumaquias, un evento objeto de debate
La palabra naumaquia procede del griego y fue adoptada por los romanos. Naus significa «nave» y makhe «batalla» o «lucha». De igual modo, hace referencia al recinto habilitado para recrear este tipo de espectáculos acuáticos. Eran eventos con un alto coste y solo celebrados en momentos concretos. Por ejemplo, para conmemorar aniversarios históricos y festejar triunfos militares. Sin embargo, afirmar que los romanos llenaban de agua el Coliseo todavía es objeto de debate académico. El problema reside en las fuentes documentales, las cuales tienden a contradecirse entre ellas.
Las fuentes históricas afirman que los romanos eran capaces de inundar el Coliseo de Roma. Sin embargo, algunos autores omitían este hecho, provocando que los especialistas actuales debatan sobre esta posibilidad desde lo académico
Dion Casio, político, militar e historiador romano del siglo II de nuestra era, fue cónsul y magistrado en los años del emperador Alejandro Severo. Se le conoce por ser el autor de una historia de Roma desde sus orígenes hasta su tiempo, y dejó por escrito que el Coliseo sí era inundado en ocasiones especiales. Por el contrario, Cayo Suetonio, biógrafo durante el reinado de los emperadores Trajano y Adriano, confirma la existencia de espectáculos con agua en un lago artificial en las afueras de Roma y en un anfiteatro. En sus textos no nombra al Coliseo, por lo que los investigadores deben asumir, sin confirmarlo plenamente, que se refiere a este mismo. Al ser uno de los edificios más emblemáticos de Roma, no tendría que haber sido omitido por un historiador de la época.
Batallas navales en el Coliseo de Roma
Según algunos expertos, el Coliseo, dividido en cinco niveles y con una capacidad para 65 000 personas, se llenaba de agua con la posibilidad de fondear varias embarcaciones de pequeño calado. En las naumaquias eran representadas batallas navales famosas, y en ellas numerosos condenados a muerte hacían las funciones de soldados de uno u otro bando.
El también conocido como Anfiteatro Flavio empezó a levantarse en el año 70 d. C. y sus obras terminaron diez años más tarde. El emperador Tito, para conmemorar su inauguración, programó más de cien días de espectáculos ininterrumpidos. Además, daban comida gratis a todos los asistentes, algo que terminó popularizando la locución latina panem et circenses (pan y circo).
Las naumaquias eran un espectáculo carísimo que venía a representar grandes batallas históricas. La primera fue organizada por Julio César, emperador que ordenó excavar una cuenca en paralelo al río Tíber. Su éxito fue enorme entre el público de la época
No obstante, la primera naumaquia se remonta a varios años atrás. Esta fue organizada por Julio César, quien ordenó excavar una cuenca en paralelo al río Tíber. En ella participaron 2000 esclavos y fue una batalla con un gran realismo debido a los cuantiosos muertos en combate. Tal como cabría esperar, el espectáculo fue un enorme éxito entre la población romana, incluso vinieron personas de fuera a presenciarlo colapsando la ciudad.
En el año 80 d. C., Tito organiza la primera naumaquia en el Coliseo. Los historiadores creen que el edificio en su etapa inicial tenía un sistema de canales que era llenado con rapidez gracias al agua traída a través de los acueductos. Asimismo, los barcos de guerra eran mucho más pequeños que los reales para poder maniobrar en aguas poco profundas.
El gran poder de la ingeniería romana
A día de hoy los turistas que abarrotan el Coliseo se sorprenden al ver en el coso una serie de pasillos subterráneos. En realidad, sobre esta estructura era colocada una superficie de tablas de madera que luego cubrían con arena. Lo que ha llegado a la actualidad ha sido fruto de modificaciones. De hecho, los historiadores aseguran que las naumaquias fueron suprimidas porque los emperadores posteriores cambiaron la estructura interna del edificio. Llenarlo de agua a partir de entonces fue imposible.
Los romanos eran unos maestros de la hidráulica, rama de la física que estudia el comportamiento de los líquidos. Gracias a estos conocimientos podían transportar agua por medio de acueductos y canales. Por tanto, no es difícil presuponer que fueran capaces de inundar el Coliseo en menos de veinticuatro horas
Es bien sabido que los romanos dominaron la hidráulica, la rama de la física que estudia el comportamiento de los líquidos. Gracias a estos conocimientos, no es difícil presuponer que fueran capaces de llenar de agua el anfiteatro en menos de veinticuatro horas. En cambio, lo que ya resulta difícil de creer es que tuvieran la posibilidad de atestar de tiburones el Coliseo. Ya no solo por el inconveniente de atraparlos en alta mar, sino también por la alocada idea de transportarlos vivos por tierra hasta Roma.
De ahí que muchos se pregunten si es conveniente manipular la historia con películas como Gladiator II. La escritora Estelle Paranque, en una entrevista para Northeastern Global News, explicó que tomarse licencias hace que estas prevalezcan muy por encima de la verdad. Y el cine, al ser un espectáculo tan popular, es una herramienta muy poderosa a la hora de afianzar conceptos.
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