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El bullying, tema estrella en las series juveniles de Netflix

Cobra Kai, revival de Karate Kid, trata el acoso escolar entre los jóvenes

El éxito de Cobra Kai ha revalorizado, aún más si cabe, la importancia emocional que ya de por sí tenía Karate Kid para toda una generación. El hecho de crear expectación entre la audiencia más joven y veterana por igual convierte a esta saga en un modélico ejemplo de cómo afrontar secuelas o remakes de antiguos éxitos. Hasta ahora nunca en el cine y la televisión se habían conciliado tan magistralmente las pasiones de dos generaciones separadas por casi cuatro décadas de distancia.

La historia del primer Karate Kid giraba alrededor de Daniel LaRusso, un adolescente que se ve forzado a mudarse desde la costa este de Estados Unidos a Los Ángeles. En este nuevo entorno debe trabar por obligación nuevas amistades. Sin embargo, se convierte de manera inmediata en el blanco de los ataques de los Cobras, un grupo hostil de estudiantes de kárate. Cuando comienza a salir con Ali Mills, la antigua novia de Johnny Lawrence, el cabecilla del dojo Cobra Kai, el conflicto no hará más que incrementarse. Por suerte, Daniel conocerá a Miyagi, un discreto conserje que, en el fondo, es un auténtico maestro de las artes marciales.

La historia real detrás de la película

La idea original de Karate Kid parte de un concepto desarrollado por el productor Jerry Weintraub, quien un día se enteró, por medio de la prensa, de la historia de un joven que aprendió kárate como medio de supervivencia contra unos matones que lo acosaban. La dedicación de este chico a las artes marciales hizo que alcanzase el cinturón negro. Este dato fue recogido por Jared Cowan en un artículo publicado en LA Weekly el 17 de junio de 2014.

Llegados a este punto, el productor contrató al guionista Robert Mark Kamen para escribir y desarrollar su idea original. Kamen, además, jugaba con la ventaja de haber estudiado y practicado las artes marciales desde hacía diecisiete años. Curiosamente, la historia real de aquel joven se cruzaba con una experiencia que el guionista tuvo a los 17 años, cuando estaba de visita en la Feria Mundial, situada a menos de un kilómetro de su casa. Una pandilla de chicos, no mucho mayores que él, al ver la estrella judía colgada de su cuello, se abalanzaron sobre él gritando todo tipo de insultos antisemitas. Robert Kamen, que por aquel entonces era un adolescente rápido, capitán del equipo de atletismo de su instituto, corrió hasta llegar al pabellón del estado de Nueva York. En este espacio, un hombre con cinturón negro y karategi blanco estaba enseñando cómo derribar a tres atacantes a la vez. Al día siguiente, el joven Kamen se inscribió en su dojo.

Cobra Kai, una serie para trabajar en el aula

Cobra Kai llegaba a la plataforma Netflix a comienzos del año 2021, tras un tímido inicio en YouTube Premium. Su desembarco con la tercera temporada se saldó con un rotundo éxito de público. En tan solo un mes, la serie obtuvo más de 6200 millones de minutos visualizados, posicionándose como el formato más visto de la plataforma durante ese mes.

El anuncio del regreso de Ralph Macchio y William Zabka a sus papeles icónicos fue un gran aliciente para los fans. La trama de la rivalidad entre Daniel y Johnny es al principio el eje central, pero poco a poco nuevas historias van tomando protagonismo. Los personajes veteranos y los más jóvenes entrecruzan sus tramas con una naturalidad envidiable.

El bullying y las artes marciales son los protagonistas en la serie Cobra Kai de Netflix

Sin duda, uno de los temas principales de la serie es el bullying, siendo el primer formato que muestra esta lacra desde diferentes aspectos psicológicos muy interesantes. Miguel Díaz, el personaje interpretado por Xolo Maridueña, es asaltado por un grupo de matones en un centro comercial. Es entonces cuando, de manera inesperada, conocerá a Johnny Lawrence, quien lo acogerá como su primer alumno. Asimismo, el veterano sensei del dojo ve en él una oportunidad de sentirse padre tras el fracaso continuo con su hijo. Las dinámicas que se establecen entre ambos son dignas de estudio, no solo a nivel de guion, sino también como experiencia de vida.

Otro ejemplo lo encontramos en Samantha LaRusso, la hija de Daniel, interpretada por Mary Mouser. Este personaje sufre entre la segunda y tercera temporadas una ansiedad derivada de un estrés postraumático. Su enfrentamiento con Tory Nichols, una de sus compañeras, le hará entrar en conflicto constante con su familia y con el entorno del instituto. Para la actriz fue muy importante mostrar estos síntomas en pantalla: «El guion de la tercera temporada me desafió y creo que ayudó a ver un lado diferente de este tipo de trastornos». Para ella ha significado mucho que varias personas le hayan enviado mensajes comentando la importancia de visibilizar estos trastornos ante una joven audiencia.

Estos son solo dos ejemplos de los muchos que se pueden analizar. En la actualidad, en un marco dominado por lo audiovisual, los más jóvenes reciben impulsos y mensajes constantes, algunos positivos, pero otros no tanto. Se recomienda que los formadores hagan uso de estas series, inmensamente populares, para abordar temas muy serios que pueden estar ocurriendo más cerca de lo que ellos piensan. Analizar correctamente el cine y las series ayuda a que los adolescentes crezcan como espectadores y personas por igual. En definitiva, se trata de incentivar su espíritu crítico más allá del consumo masivo de las plataformas de streaming.

Las artes marciales frente al bullying

El acoso escolar sigue siendo una realidad y, frente al mismo, las artes marciales surgen como una alternativa muy a tener en cuenta. Ya no es el hecho de defenderse adecuadamente, también es importante poner en valor el autocontrol que ejercen quienes las practican. Asimismo, el sentimiento de pertenencia a un grupo es muy poderoso. Aquellos alumnos y alumnas que deciden emprender un viaje hacia el fascinante mundo del kárate u otras disciplinas aprenderán a salir de su zona de confort, hasta el punto de conocer a otros compañeros ajenos al entorno del colegio o instituto habitual. Se produce entonces un enriquecimiento con base en la suma de nuevas experiencias. Un auténtico soplo de aire fresco en cuanto a amistades y nuevas relaciones personales.

Practicar kárate es también un aprendizaje hacia la disciplina y obediencia que se puede aplicar en el día a día. Estos valores son directamente proporcionales a la confianza y la autoestima. Robert Mark Kamen ha afirmado: «El verdadero kárate que me inculcaban era el que fortalecía el cuerpo, pero también la mente y el espíritu mediante la práctica constante»; y ha añadido: «Practicar kárate para ser mejor persona».

Estudios recientes han confirmado que la práctica de artes marciales tiene un efecto positivo en la salud mental. Se ha analizado que, gracias a estas, se aumenta el bienestar y se reducen los comportamientos externalizados de los jóvenes, como la agresión, la ira y la violencia. Además, dan respuestas positivas a los desafíos físicos, induciendo mayor estabilidad emocional.

Nota: la fotografía de cabecera pertenece a Netflix.

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