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Cuando enseñar deja de ser sostenible

Los profesores trabajan doce meses por el sueldo de diez

El año educativo se cierra en Catalunya con una apariencia de calma institucional que no resiste el menor análisis. Además, la Navidad nos deja una nueva ministra de Educación y Deportes, Milagros Tolón, con mucho currículo político pero pocas horas de patios escolares y ninguna de claustros. Bajo esa superficie tranquila se esconde una realidad laboral cada vez más asfixiante para el profesorado, especialmente en secundaria. La combinación de precariedad salarial y exigencias crecientes ha configurado una fórmula perfecta para el desgaste del sistema educativo, cuyo principal agente —y víctima— es el docente.

Entrevista de la Dra. Trigo en la presentación del informe en el sindicato de Professors de Secundària. nuestro canal YouTube.

Acceso a la entrevista con la doctora Aurora Trigo en nuestro canal youtube en la presentación de su investigación en la sede de Professors de Secundària.

Durante las últimas dos décadas, el profesorado catalán ha perdido más de un 20 % de su poder adquisitivo. Así lo constata el estudio elaborado por la doctora en Economía Aurora Trigo y presentado por el sindicato Professors de Secundària (aspepc·sps). No se trata de una percepción subjetiva ni de una queja coyuntural: es el resultado acumulado de años de salarios que crecen sistemáticamente por debajo de la inflación. Entre 2010 y 2024, la pérdida alcanza el 21,64 %, lo que equivale —en palabras de la propia Trigo— a trabajar casi dos meses al año gratis para el Departament d’Educació.

Pérdida de poder adquisitivo y excesiva carga laboral, fórmula perfecta para el deterioro educativo en Catalunya

Pero el problema no se limita al salario. A esta pérdida sostenida de poder adquisitivo se suma una carga laboral cada vez más difícil de asumir. El incremento constante de tareas burocráticas, reuniones interminables y exigencias administrativas —muchas de ellas ajenas a la función pedagógica— ha ido robando tiempo y energía a aquello que debería ser el núcleo del trabajo docente: preparar clases, actualizar conocimientos y acompañar al alumnado. La digitalización, lejos de aliviar esta presión, ha trasladado nuevas responsabilidades al profesorado sin dotarlo de los recursos ni del reconocimiento necesarios.

Este cóctel de precariedad y sobrecarga tiene consecuencias profundas. Según los datos citados por la economista, hasta un 36 % de los docentes actuales se plantea abandonar la profesión. No es una cifra menor ni un dato aislado: habla de un sistema que erosiona a quienes lo sostienen. Aulas cada vez más complejas, falta de apoyo institucional, estrés continuado y un reconocimiento social insuficiente están llevando a muchos profesionales al límite de sus capacidades.

La convocatoria de manifestaciones para el año 2026 es unitaria por parte del sindicato de Professors de Secundària y del resto de sindicatos docentes, hecho que lejos de ser un gesto corporativo, convendría entender como una señal de alarma. Defender condiciones laborales dignas para el profesorado no es solo una cuestión salarial; es una defensa directa de la calidad educativa y, en última instancia, del futuro colectivo. Como recuerda Trigo, una sociedad que no valora a sus docentes está hipotecando también a los profesionales del mañana: su alumnado.

Una sociedad que no valora a sus docentes está hipotecando también a los profesionales del mañana: su alumnado

El año que viene se anuncia complejo para la educación catalana. Sin embargo, reconocer el problema es el primer paso para abordarlo. Recuperar el diálogo, apostar por políticas educativas valientes y devolver prestigio y estabilidad a la profesión docente no es un acto de confrontación, sino de responsabilidad. La calma y la esperanza no vendrán de mirar hacia otro lado, sino de asumir que cuidar a quienes educan es cuidar del país que queremos construir.

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