Inicio Opinión La escuela que se vacía (y cómo llenarla de futuro)
España   Catalunia

La escuela que se vacía (y cómo llenarla de futuro)

Reflexión y buenos propósitos en el inicio de curso

Empieza el curso y muchos titulares hablarán de libros, horarios y nervios. Yo quiero mostrar, tomando prestada una expresión inglesa, el elefante en la habitación, o en este caso en el aula: la escuela se está quedando sin niños. En Catalunya, en 2024 nacieron 53 793 bebés, un 0,8 % menos que en 2023. No es un bache pasajero: es tendencia (IDescat). En España, se cerró 2023 con 320 656 nacimientos y una fecundidad de 1,12 hijos por mujer (muy lejos del 2,1, índice de reemplazo apropiado). En 2024 hubo un levísimo repunte (322 034, +0,4 %), insuficiente para cambiar sustancialmente el guion (Instituto Nacional de Estadística).

Esta realidad demográfica ya llama a la puerta de los centros. Catalunya anunció cierres de líneas para 2025-26 y luego rectificó a la baja, en parte porque la matrícula viva (altas a mitad de curso) es muy alta: 74 328 incorporaciones solo el último curso. Planificar con las cifras de enero y olvidar lo que ocurre en octubre o febrero distorsiona la foto. La propia administración de educación en Catalunya saca pecho aumentando recursos en la etapa de Infantil mientras decrece el número de alumnos (8500 alumnos menos).

A esta transición la sostiene (y la complica) otra fuerza: la diversidad. Hoy España escolariza 1 125 860 alumnos extranjeros y en varias provincias (incluidas Lleida y Girona) uno de cada cuatro estudiantes de Primaria en la red pública es extranjero. Esa llegada ha evitado cierres en muchas escuelas, pero la distribución desigual del alumnado entre redes y entre centros tensiona recursos y exige políticas finas contra la segregación.

Lo incómodo: menos alumnado no es automáticamente una buena noticia. Si respondemos con cierres preventivos y clases más grandes allá donde queda matrícula, el resultado será más desigualdad. Pero hay una oportunidad histórica si hacemos lo contrario.

Cinco decisiones valientes para un curso de transición

  • Ratios más bajas donde más se necesita. Aprovechar la caída demográfica para bajar ratios de forma selectiva en centros con alta complejidad (lengua de acogida, vulnerabilidad socioeconómica, necesidades específicas). No es gasto: es cumplir con la LOMLOE (equidad) y mejorar resultados en el lugar correcto. 
  • Planificación dinámica con «matrícula viva». Los anuncios de cierres deben incorporar cupos de reserva y financiación móvil a mitad de curso. No planificamos aulas: planificamos movimientos migratorios, mudanzas, nacimientos y retornos. Catalunya ya ha comprobado que la foto cambia mucho entre septiembre y marzo. 
  • Contratos-programa por resultados de inclusión. Vincular parte de la financiación a planes de acogida lingüística, tutorías reforzadas y codocencia en centros de alta diversidad. La evidencia y el sentido común coinciden: más adulto cualificado en el aula mejora aprendizaje y convivencia.
  • Rural y barrios: del cierre al hub educativo. Antes de clausurar, convendría ofrecer itinerarios compartidos (laboratorios, arte, FP básica itinerante, servicios comunitarios) que conviertan escuelas pequeñas en nodos de territorio. Menos alumnos puede significar más personalización si hay red.
  • Datos abiertos para abrir el debate. Publicar en tiempo real nacimientos por zona, proyecciones de cohortes y matrícula viva. El debate deja de ser emocional cuando todos vemos la misma curva de población.
  • Una pregunta (incómoda y necesaria)

    Si sabemos que habrá menos estudiantes durante al menos una década, ¿vamos a usar ese margen para mejorar la experiencia educativa (más atención, más arte, más ciencia práctica, más tutoría) o para ajustar mecánicamente edificios y plantillas?

    Como directora de un medio que mira la educación con lupa pedagógica, afirmo que la escuela que se vacía puede llenarse de futuro si el sistema cumple su promesa constitucional y su mandato de equidad: menos alumnos, más aprendizaje; menos cierres, más comunidad. El reto demográfico es real y medible (nacimientos, fecundidad, proyecciones), pero la respuesta es política y pedagógica. Y empieza hoy, con decisiones concretas en cada municipio.

    En INÈDIT vamos a contarlo, con datos y con voz humana, porque detrás de cada cifra hay un aula que puede ser mejor si nos atrevemos a reordenar el tablero.

    A todos los que hoy volvéis a llenar las aulas (profesores, alumnos y familias) os deseamos un curso lleno de aprendizajes, retos superados y momentos que dejen huella.

    Fuentes clave consultadas: IDESCAT (nacimientos 2024 en Catalunya), INE (natalidad y fecundidad 2023), El País (diversidad y matrícula extranjera; previsiones de alumnado en Catalunya), y BOE (Constitución Española y LOMLOE, Título II: Equidad).

    Sin Comentarios

    Escribe un comentario

    Tu correo electrónico no se publicará