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¿Cuánto odio hay en los institutos?

Una investigación analiza cómo germina el odio entre los adolescentes

El odio es la máxima expresión de sentimientos como la ira, el asco o la envidia. Es de las emociones más dañinas para el ser humano cuando se vuelve permanente contra una persona o colectivo, y por desgracia tiene una presencia constante hoy en día; en la calle, en los medios de comunicación, en los debates entre políticos, en los libros, e incluso en las escuelas.

Desear el mal a una persona o colectivo se denomina odium inimicitiae

El discurso basado en el odio es una realidad normalizada, hasta el punto que se camufla, a veces, en valores tan respetados como la libertad de expresión. Este odio, que Thiebaut denomina odium inimicitiae, implica desear el mal a una persona o personas por el simple hecho de ser lo que son. Si bien estos odios nacen del desprecio a la otredad, una vez que se consolidan ponen en peligro la integridad de la persona odiada, pues esta se percibe como una amenaza que debe ser reducida. En manos de personas con cierto estatus y poder este odio puede ser un arma letal contra toda una nación o colectivo.

Más allá del odio, en el fondo de todo ser subyace el miedo a lo desconocido y la ignorancia sobre lo odiado. En este contexto, la educación se plantea como la clave para lograr una relación simbiótica libre de resentimiento entre los seres humanos.

Más del 30 % de los adolescentes sufren agresiones por motivos xenófobos

Los centros educativos, lugares de aprendizaje y crecimiento, tampoco están exentos del odio. Una reciente investigación constata en sus resultados preliminares una alta presencia de este sentimiento entre los adolescentes: más del 30 % sufre agresiones por motivos xenófobos, entendida la agresión como la acción de molestar frecuentemente a un compañero o compañera para divertirse (86,16 %); humillarle por escrito, en redes o en persona (85,94 %); pegarle (85,91 %); reenviar fotos o vídeos de otros sin su permiso (63,53 %); ignorar o aislar a alguien (52,25 %); no hacer nada cuando insultan o pegan a un compañero/a (40,74 %); o enfadarse con él o ella sin motivo (5,66 %).

El sentimiento de superioridad, la falta de empatía y el rechazo de la diferencia son los motivos principales de las agresiones

Los motivos de estas agresiones según los estudiantes son, sobre todo, el sentimiento de superioridad (71,16 %), la falta de empatía y comprensión (63,89 %), y el rechazo de la diferencia (58,09 %). Otros de los motivos mencionados aunque en menor proporción son el aumento del uso de la violencia para la resolución de problemas (47,24 %), la presión de grupo que induce a una espiral del silencio (44,51 %), problemas de convivencia por el exceso de multiculturalidad (40,89 %), la falta de conciencia de presentar una conducta agresiva (36,77 %), y la falta de información sobre cómo actuar ante casos de agresión (24,46 %).

Esta investigación, titulada «Competencias en información para afrontar el discurso de odio en Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato», es un proyecto liderado por el grupo de investigación Información, Biblioteca y Sociedad (INFOBISOC) de la Facultad de Ciencias de la Documentación de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Tiene como objetivo medir, de manera cuantitativa y cualitativa, la presencia del discurso del odio entre los estudiantes de ESO y Bachillerato, en su mayoría adolescentes de entre 12 y 17 años.

Por el momento los resultados alcanzados tras la primera fase de la investigación nos permiten conocer el tipo de agresiones más frecuentes entre los adolescentes: verbal (70,03 %), psicológica (58,63 %), social (53,09 %), física (43,97 %), acoso por redes sociales (15,85 %) y uso de vídeos o fotos sin consentimiento (13,57 %).

Tiktok, Instagram y WhatsApp concentran el 80 % de las agresiones realizadas en internet

Respecto a la forma en la que se manifiesta la agresión, el 53 % la ha sufrido en grupo y de forma presencial, y más del 40 % es agredido más de una vez por un mismo agresor. Por medio de las redes sociales el porcentaje de agresiones es del 23,02 %, y el 80 % de ellas son en Tiktok, Instagram y WhatsApp.

A pesar de que el porcentaje en el ciberespacio es menor, cabe remarcar que en estos entornos virtuales las agresiones verbales se magnifican. De hecho, uno de los riesgos señalados es la dificultad de desconectar y dejar de ser el foco de las burlas, aunque sea por unas horas, pues el acoso en internet es continuo y constante. Las estadísticas presentadas en el estudio estatal sobre la convivencia escolar 2023 confirman esta tendencia al ciberacoso entre los escolares: el 9,2 % de niños y niñas de primaria han sufrido ciberbullying.

El equipo de investigación se propone incrementar la muestra con la participación de centros educativos de otras comunidades autónomas. Su principal foco está en la prevención de esta lacra, que asciende de manera preocupante en la sociedad, siendo a veces responsable del suicidio de menores. Si bien desde las instituciones y la justicia se condena este tipo de agresiones, no dejan de ser medidas paliativas, que no cortan el problema de raíz.

Se detecta una carencia de información entre el alumnado: el 24 % no ha recibido formación ni información sobre el discurso de odio

Para la directora de este grupo de investigación, Aurora Cuevas Cerveró, y la coinvestigadora del proyecto, María Antonia Ovalle Perandones, la educación es la mejor herramienta que tenemos hoy en día para suprimir esta lacra de la sociedad, en especial, la alfabetización informacional durante la adolescencia, ya que se ha detectado una carencia de información entre este alumnado: el 24 % no ha recibido formación ni información sobre el discurso de odio, y el 32,83 % se informa de ello por las redes sociales, lo que es un riesgo, pues estas están repletas de fakenews e información falsa.

Si bien los resultados finales del estudio servirán como base para el desarrollo de propuestas que ayuden a mitigar esta problemática, por el momento uno de los espacios sugeridos para la detección de alumnos víctimas de agresiones motivadas por el odio son las bibliotecas escolares; el análisis cualitativo ha puesto de manifiesto la relevancia de este espacio al constatar que los alumnos las ven como un lugar seguro, un refugio para quienes pueden estar sufriendo acoso. El relato de Rocío Quillahuaman sobre su infancia como migrante en su libro Marrón así lo corrobora: «En mi primer día de clase en Barcelona, me escondí en la biblioteca del colegio porque no pude aguantar la angustia de enfrentarme a la hora del patio y a todos esos niños desconocidos».

Fuentes:

Cuevas-Cerveró, Aurora; Ovalle-Perandones, María-Antonia (2023). «Discurso de odio, competencia informacional crítica y desinformación». En: Discurso de odio, desinformación e inclusión digital. Gijón: Trea, 13-24. ISBN: 978–84-19823–21‑2.

Cuevas-Cerveró, Aurora; Martínez-Ávila, Daniel; Puerta-Díaz, Mirelys (2023). «Discurso del odio como objeto de investigación en ciencias de la información y la documentación». En: Informatio, 28.2: 331-363. DOI: 10.35643/Info.28.2.12.

 

Ovalle-Perandones, María-Antonia; Cuevas-Cerveró, Aurora; Palomares-Perraut, Rocío; França, Fabiana (2023). El discurso de odio en la educación no universitaria: estudio diagnóstico. En: XII Seminario Hispano Brasileño de Investigación en Información, Documentación y Sociedad (ISSN 2675-2409). Salvador de Bahía, 13-15 septiembre.

Palomares-Perraut, Rocío. «Análisis del discurso de odio en la educación no universitaria: situación actual» (2023). En: Foro Nacional de Profesionales para el análisis conjunto del contexto actual, retos y desafíos para la prevención, atención y erradicación de los delitos de odio. Mesa 3: La prevención de delitos y discursos de odio desde una perspectiva educativa. Asociación marroquí para la integración de inmigrantes (Málaga), 7 noviembre.

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