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Sala de profesores, la película alemana nominada a los Oscar

Su director, Ilker Çatak, retrata la realidad social en el escenario de una escuela

Sala de profesores, dirigida por Ilker Çatak, llega a los cines españoles tras haber sido nominada al Oscar dentro de la categoría de película internacional. La cinta representará a Alemania en la 96.ª entrega de los premios de la Academia de Hollywood.

Acceso a la entrevista completa en nuestro canal Youtube

Acceso a la entrevista completa a Iker Çatak en nuestro canal YouTube. Fuente: INÈDIT Agencia

Sinopsis

Carla Nowak, una idealista profesora de matemáticas y deportes, comienza su primer trabajo en una escuela de secundaria. Cuando se producen una serie de robos en la escuela y se sospecha de uno de sus alumnos, decide llegar al fondo del asunto por su cuenta. Carla intenta mediar entre padres indignados, colegas obstinados y estudiantes agresivos, pero se enfrenta a las implacables estructuras del sistema escolar.

La escuela como reflejo de la sociedad

Para el director, el colegio es un reflejo de la sociedad en sí misma. Plantea el escenario a modo de microcosmos donde un pequeño suceso dispara una cadena de acontecimientos imprevisibles.

Sala de profesores expone un tablero de juego complejo, en el que la escuela es un reflejo de la sociedad actual

El filme pone encima de la mesa algunas de las siguientes cuestiones:

  • El racismo, y en concreto el clasismo, entre alumnos de distintas procedencias.
  • La libertad de prensa mal entendida dentro del diario escolar.
  • Las redes sociales y los grupos de WhatsApp de las familias del alumnado.
  • Profesores bajo una presión continua, que hace imposible la labor de la educación en valores.
  • Los robos en las aulas y en las áreas administrativas.
  • Las leyes que prevalecen por encima de las demás.

Ilker Çatak propone un tablero de juego complejo, basándose en un statu quo que impide practicar la ética profesional propia de la educación. Este concepto se ve con claridad en las relaciones tensas que existen entre los mismos profesores.

 

Robos en las escuelas

La directora y la administración del colegio están llevando a cabo una investigación interna acerca de la serie de robos de dinero y material escolar que se producen. Después de realizar interrogatorios e inspecciones, todo apunta hacia un niño migrante de origen turco, si bien la realidad es otra.

La película ahonda en el debate de si es lícito o no instalar una cámara para pillar a un ladrón. Una ley está por encima de las demás, y se practica de tal manera que termina favoreciendo al que comete el delito original

Carla Nowak averigua que la fuente de los robos se halla en el corazón mismo del personal administrativo del centro. Coloca una cámara y recopila pruebas, provocando un auténtico tsunami. Esta acción establece un profundo debate, ya que grabar a los compañeros sin su consentimiento vulnera la ley, pero también robar incurre en cuestiones legales. De hecho, este será el principal enfrentamiento en la sala de profesores. Se produce un debate sobre si es lícito o no instalar una cámara para pillar a un ladrón. Una ley está por encima de las demás, y se practica de tal manera que termina favoreciendo al que roba.   

Una maestra idealista frente al sistema

El personaje de Carla es desarrollado con numerosos matices, todos con intención. Por un lado, es una profesora polaca, y, por tanto, extraña en un país que no es el suyo. Asimismo, no es casualidad que imparta dos asignaturas clave para entender el relato.

Por una parte, las matemáticas, ya que estas ayudan a resolver problemas, en ocasiones siguiendo varios procedimientos donde se ven implicados las relaciones entre los números. De igual modo, su práctica y estudio ayuda a tener un pensamiento analítico y potencia el desarrollo de la habilidad investigadora. Y por otro, la educación física, la cual se fundamenta en el espíritu colaborativo. Cuando hay un eslabón débil o un problema grave, el equipo termina por desmoronarse.  

La maestra está sometida a una presión constante. Sin embargo, sigue adelante con determinación gracias a su gran perseverancia

A nivel visual, Çatak sitúa a la protagonista en el ojo del huracán. La cámara siempre la sigue de frente, con el objetivo de introducir al espectador en su interior. El público, en su mayoría, empatizará con la perseverancia que recorre sus venas. En muchas secuencias está a punto de desmoronarse. Sin embargo, sigue adelante con determinación.

El escenario del colegio se revela como un auténtico laberinto, y es en este punto en el que el formato 4:3 contribuye a una mayor sensación de presión. El director quiso que las escenas no dieran tregua al espectador, que se olvidase hasta de respirar para que no perdiera nunca la atención. Es una película en la que siempre están pasando cosas de forma constante.

Un colegio de clase media

Sala de profesores no cuenta la historia de un colegio de élite o de un barrio marginal de la periferia. A Ilker Çatak no le interesan estos extremos. La escuela donde ocurre la acción es de clase media y con alumnado procedente de diversos países. Y aunque el guion no incide en el fracaso de esta estructura, sí que lo hace cuando entra en los clásicos dramas producidos por la chispa del racismo. Justo a imagen y semejanza de lo que ocurre en la sociedad europea, donde parte de la población siempre termina señalando al extranjero como el origen de todos sus problemas.

La escuela donde ocurre la acción es de clase media y con alumnado procedente de diversos países. El guion no incide en el fracaso de esta estructura, pero sí que la pone a prueba en más de una ocasión

Esta cercanía con la realidad también afecta a los personajes. Son descritos desde la complejidad, algo muy propio del cine de autor, pero logra conectar con el gran público gracias a su ritmo frenético, casi cercano al género thriller. En este sentido, la película de Çatak recuerda a La ola (Dennis Gansel, 2008), en la que un profesor hace un experimento para explicar a sus alumnos el funcionamiento de un régimen totalitario, y a La caza (Thomas Vinterberg, 2012), cuyo director demostró cómo un detalle cualquiera, un comentario inocente o una mentira insignificante pueden extenderse como un virus invisible sembrando la desconfianza en una pequeña comunidad.

Basada en un hecho real

Ilker Çatak y su coguionista Johannes Duncker iban juntos al instituto en Estambul cuando tenían unos quince años de edad. Un día recordaron que tres miembros del personal de administración les cachearon por culpa de una serie de robos. Eran otros tiempos, en los que no fueron conscientes de sus derechos. De aquí parte el germen que ha dado lugar a la película que ambos han creado. Además, a esto se suma que la hermana de Duncker es profesora de matemáticas.

Juntaron ambas ideas y se plantearon cómo un suceso llegaría a envenenar el clima de una comunidad escolar por entero. El resultado que se ve en pantalla también es fruto de una profusa investigación sobre el terreno. Los dos acudieron a varias escuelas alemanas para documentarse. Entraron en contacto con colegios liberales, frente a otros que llevaban adelante una política de tolerancia cero.

El director incide en el problema de la comunicación en la sociedad actual. Lo que ocurre dentro de la sala de profesores no es muy diferente a lo que se ve en las redes sociales todos los días

En el fondo, la película aborda el problema de la comunicación en la sociedad actual. Por ejemplo, puso su punto de mira en redes sociales como X o en los grupos de WhatsApp de padres donde todo el mundo parece tener la razón. No hay autocrítica y mucho menos debate. Sin ir más lejos, X es una auténtica guerra continua todos los días.

Nada es arbitrario en el guion. Çatak y Duncker no dan puntada sin hilo. Incluso escenas como la que transcurre en la redacción escolar resultan demoledoras. Los jóvenes periodistas, con el objetivo de llegar al fondo del asunto, enarbolan la bandera de la libertad de prensa hasta el punto de descontextualizar las frases de la protagonista. Y todo, por vender más revistas al final de la semana.  

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