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Ramadán, un mes para equilibrar el corazón y la razón

Son necesarias flexibilidad horaria y adaptación de las actividades escolares

El ramadán es el noveno mes del calendario lunar islámico, y es también el mes del ayuno para los musulmanes y musulmanas de todo el mundo. Durante este ciclo, que dura 29 o 30 días según lo que tarde la luna en transitar sus 4 fases: cuarto menguante, cuarto creciente, luna nueva y luna llena, los practicantes del islam se abstienen de ingerir cualquier tipo de sustancia (bebida, comida o fumar) y de mantener relaciones sexuales durante las horas de sol.

Los estudiantes en España ayunarán un total de 14 horas diarias, de las cuales la mitad de ellas estarán en clase

Para los musulmanes, se trata de un mes sagrado y bendito, por ser el mes en que descendieron los primeros versículos del Corán, el libro sagrado, sobre el profeta Muhammad. Es también el mes del perdón y de la reflexión, en el que el objetivo principal es fortalecer la unión con Dios, conectar con el propio ser para convertirse en la mejor versión de uno mismo.

Fatiga, irritabilidad y sed son sentimientos tradicionalmente asociados al ayuno, sin embargo, para la comunidad musulmana el esfuerzo merece la pena, pues se trata de una práctica espiritual con mucho significado, que va más allá de dejar de comer y beber, y que muchos estudiantes musulmanes en España empiezan este 23 de marzo. 

Los beneficios del ayuno han quedado demostrados en múltiples estudios: mejora la claridad mental, combate el estrés, mejora el estado de ánimo y cura las adicciones. Además, someterse física y psicológicamente a la privación enseña a gestionar la frustración, a valorar más lo que tenemos, a ser más empáticos con las personas con pocos recursos, a ser más humildes y, sobre todo, a perseverar.

El ayuno del ramadán es una obligación para todos los musulmanes creyentes que sean adultos y estén sanos

El ayuno del mes del ramadán es el cuarto pilar del islam, después de la creencia en Dios y su mensajero Muhammad, cumplir con el rezo y dar el azaque; lo que lo convierte en un acto obligatorio para todo musulmán creyente que sea adulto y esté sano. Están exentos de llevarlo a cabo los niños y niñas que aún no han alcanzado la pubertad, los ancianos, los incapaces física o mentalmente de ayunar, las mujeres embarazadas, las madres lactantes, las mujeres menstruantes y los viajeros. Eso es porque en el islam el cuidado de la salud es primordial, de modo que, cuando salud y ayuno se hacen incompatibles, se prioriza la salud.

El cambio de rutina es uno de los retos a los que la llegada de este mes nos enfrenta. Durante 30 días pasamos de tener tres comidas principales diarias a tan solo dos; el desayuno pasa a realizarse antes del amanecer (conocido como suhur), y la cena (iftar), el momento más esperado, tras la puesta de sol. Los dátiles son el fruto estrella con el que se rompe el ayuno, de los que generalmente se suele comer un número impar (3, 5 o 7) como marca la tradición profética (sunna).

Este cambio puede pasar factura normalmente los tres primeros días, hasta que el cuerpo se acostumbre. Mantener unos hábitos saludables durante todo el mes es primordial. Los desajustes ocurren solo cuando las personas viven de noche y duermen muy poco, como sucede en muchos países árabes. No obstante, el ramadán no significa eso en absoluto, es todo lo contrario: significa cuidado, pausas reflexivas y conciencia. Durante este mes nuestro foco debe dirigirse a nuestro interior, no centrarse en las necesidades externas como la comida, la ropa u otros objetos materiales.

Ramadán en las aulas

Este año los estudiantes en España ayunarán un total de 14 horas diarias, de las cuales la mitad de ellas estarán en clase. Ayunar y continuar con el ritmo de estudio supone un esfuerzo adicional, ya que como explica Omaima, estudiante del grado de Estudios Semíticos e Islámicos de la Universidad Complutense de Madrid, se nota mucho cansancio, básicamente por el cambio de rutina puesto que nos levantamos antes del amanecer para el suhur y después de romper el ayuno vamos a hacer el tarawih (los rezos voluntarios por la noche que solamente se hacen en ramadán). «Esto afecta sobre todo a mi rendimiento, pero no a la concentración», explica.

Durante este mes de ayuno se deja de alimentar el cuerpo para alimentar la mente y el corazón, pues ese es el objetivo; el ramadán es un mes espiritual, para educar la mente y el cuerpo mediante la abstención, la paciencia, la humildad y el autocontrol. Es, tal como afirmó el profesor y periodista Houssein El Ouariachi en una entrevista, «una escuela itinerante que vuelve cada año para recordar y arraigar la importancia de la conciencia, de la espiritualidad, de no sucumbir al materialismo. Privarse de comer y de beber durante 30 días es una manera excelente de empoderar la libertad, de liberarse de la dictadura de la rutina, de los dictados de los instintos».

Además, para los musulmanes el ayuno es también «una barrera (una coraza y una protección), así pues, que el ayunante no diga obscenidades ni indecencias y que no actúe con ignorancia y violencia. Y si una persona le ataca o le insulta que diga: “estoy ayunando, estoy ayunando”», como recoge uno de los hadices (dichos de la tradición profética).

Una mayor flexibilidad horaria y la adaptación de las actividades que requieran de mucha energía son las necesidades del alumnado musulmán durante el ramadán

La flexibilidad se presenta como una de las principales reivindicaciones que el estudiantado musulmán hace para el ramadán, ya que las horas de rendimiento varían por completo. No es la misma la energía la que tenemos por la mañana que la que nos queda durante las últimas horas del ayuno. Además, como bien remarca Omaima, «quienes estudiamos lejos de casa a menudo no llegamos a tiempo de hacer el iftar en familia y nos vemos obligados a romperlo en el camino o en clase con agua y algo dulce».

Asimismo, el descanso es una necesidad acuciante durante el ayuno, especialmente en el caso de personas que pasan largas horas estudiando o trabajando. Si bien generalmente las personas jóvenes pueden rendir con relativa normalidad, sí que hay una demanda por parte del estudiantado de que se tenga en cuenta la condición de persona en ayunas a la hora de plantear ciertas actividades durante el final de la jornada, que es cuando más reposo requieren. Warda, estudiante de cuarto de la ESO en Barcelona, comenta que le gustaría que se adaptasen las actividades de educación física: «para las personas que no tenemos el hábito del ejercicio o una buena condición física correr en ayunas resulta extenuante, yo lo único que pido para este mes es que haya una serie de ejercicios que podamos hacer y que no sean tan intensos como los que hacemos habitualmente. Hay muchas alternativas, pero no se apuesta por ellas; seguimos con los ejercicios tradicionales de siempre».

En este punto, Warda también ha pedido que se tengan en cuenta las necesidades de los estudiantes durante las excursiones que se organicen este mes. «Es un mes de reflexión, de calma y conexión con Dios y con una misma, por lo que creo que hay que respetarnos cuando rechazamos ir a una excursión, especialmente si se trata de una salida que nos ocupará la jornada entera. Hay una franja del día en la que necesitamos estar en calma o hacer una pequeña pausa para recuperar fuerzas para la última parte del día, y en las excursiones es imposible encontrar un momento de relax». Para Warda lo ideal sería «evitar programar excursiones obligatorias durante ese mes, sería muy considerado por parte del instituto», asegura.

La comunidad musulmana es de las que cuentan con más presencia en España, junto con la católica, por lo que se convierte en relevante tener en cuenta las necesidades del alumnado musulmán. De hecho, en todo el territorio español hay más de 300 000 estudiantes musulmanes, y Catalunya es la comunidad con más alumnos pertenecientes a este colectivo.

Se solicitan espacios para el rezo y la meditación en la universidad

En la universidad una de las propuestas sobre esta cuestión que más se solicitan es la designación de un lugar de rezo y descanso; una sala que sirva de zona espiritual para todos los estudiantes, como existe en muchas universidades inglesas, estadounidenses o coreanas.

Otra de las recomendaciones a incorporar durante este mes en los centros docentes es ofrecer la opción de llevarse comida en táperes cuando se celebre una festividad, de forma que el alumnado musulmán pueda disfrutar de ello a la hora de romper su ayuno. No son privilegios, sino garantizar su inclusión en todas las actividades, sin hacerles sentir que su práctica religiosa es condición de exclusión. En el caso de centros escolares en los que los alumnos permanecen todo el día, sería conveniente habilitar una sala de descanso a la que puedan acudir durante el horario de comida, y evitar así la incomodidad de estar en el comedor.

En este sentido, tener en cuenta al estudiantado musulmán durante este mes del ayuno no pone en peligro la neutralidad del centro en materia de religión, pero lo que no se puede hacer es obviar el bagaje religioso del alumnado, que puede tener una manifestación visible fuera del ámbito estrictamente privado por medio de elementos como la forma de vestir o los hábitos alimenticios. La libertad de practicar la propia religión o creencia constituye un derecho humano fundamental, tal como lo estipula el artículo 18 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, así como el artículo 16 de la Constitución española.

España firmó un acuerdo con la Comisión Islámica que da derecho a los musulmanes a pedir adaptaciones tanto en el ámbito laboral como en el educativo

Además, el Acuerdo de Cooperación del Estado Español con la Comisión Islámica de España, firmado en el año 1992, contempla la posibilidad, para las personas practicantes, de solicitar adaptaciones tanto en el ámbito laboral como en el educativo; un derecho del que no se suele hacer uso, bien por desconocimiento bien por negligencia.

¿Cuándo termina el ayuno?

La duración de este mes de ayuno es de entre 29 y 30 días, en los que solo una conexión profunda con la conciencia y una férrea voluntad generan el cambio anhelado. La luna y el sol son protagonistas en todo momento, pues marcan el inicio y el fin del ayuno. La última acción que realizan los musulmanes antes de celebrar el fin de este mes es dar el azaque, una pequeña donación a las personas más necesitadas. Cabe señalar que esta donación no es una limosna común, es una obligación a la que las personas con pocos recursos tienen derecho. Normalmente en Catalunya suele ser de unos 6 € por persona. El id al-fitr (fiesta del desayuno) es la fiesta que anuncia el fin de este mes de ayuno y abstención, y se suele festejar con el estreno de ropa nueva, intercambio de regalos y un rezo matutino de agradecimiento en comunidad.

¡Ramadán Mubarak!

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