La psicología detrás del acto de compartir regalos
Tiempo y esfuerzo físico y mental: los dos componentes para acertar
¿Sabes quiénes son los protagonistas de diciembre? No es Papá Noel, no son los Reyes Magos, ni siquiera la familia. Son los regalos, o el acto de regalar. Da igual que se llame Santa Claus, San Basilio, Christkind, Tió u Olentzero, al final la acción es la misma: compartir regalos, y sí, el tiempo también es un regalo. ¿Con quién? Eso ya depende de cada persona; hay quienes comparten esta alegría con la familia (lo más común), otros que lo hacen con sus amigos, otros que directamente prefieren retirarse a un lugar silencioso para disfrutar de la soledad, y aun así reciben regalos también. En todo caso, todas las opciones son igual de válidas y respetables.
En nuestro país somos muy dados a regalar en este mes; empezamos con el amigo invisible, continuamos con Papá o Mamá Noel, y terminamos con los Reyes Magos. ¡Cuántos regalos por hacer!
La mezcla de oxitocina, dopamina, serotonina y endorfinas liberadas por el regalo provoca en nosotros un sentimiento generalizado de bienestar
Te estarás preguntando si realmente es necesario tanto regalo, si no sería mejor juntar todo en uno, como un pack navideño. Déjame decirte que la opción más beneficiosa, a nivel psicológico y emocional, es dar y recibir regalos cuantas más veces mejor. Mientras ejecutamos este simple acto, un cúmulo de sustancias químicas revolucionan nuestro ser al actuar en el cerebro, proporcionando sentimientos tan placenteros como la satisfacción, el gozo, el afecto y el cariño hacia la otra persona, la felicidad, la motivación y la esperanza, o la relajación. La mezcla de oxitocina, dopamina, serotonina y endorfinas liberadas por el regalo provoca un sentimiento generalizado de bienestar.
Un acto tan sencillo hace que se dispare la actividad hormonal en el cerebro; después de pasarte días y semanas buscando el regalo perfecto, finalmente lo logras y se lo entregas a la persona indicada. Al desenvolverlo y saber que has acertado, ambas experimentáis un aumento en la liberación de oxitocina. Este neurotransmisor está asociado con la conexión emocional y la vinculación social, por lo que al hacerle un regalo contribuyes al fortalecimiento de vuestra conexión emocional, gracias a esta hormona, conocida como «hormona del amor o de los abrazos».
Un estudio concluye que el intercambio de regalos antes de la realización de una tarea mejora el rendimiento cognitivo y las conductas de cooperación
Las investigaciones corroboran la efectividad de los regalos para asegurar la solidez de una relación; un estudio de Oxford publicado en 2020 concluye que el intercambio de regalos antes de la realización de una tarea mejora el rendimiento cognitivo y las conductas de cooperación.
Por su parte, en el cerebro de quien recibe el regalo se libera dopamina, un neurotransmisor asociado con el sistema de recompensa del cerebro; y aumentan los niveles de serotonina, que está relacionada con la regulación del estado de ánimo y la sensación de bienestar. Así, la otra persona se siente satisfecha, valorada y feliz.
Finalmente, el acto de dar y recibir regalos también desencadena en ambas personas la liberación de endorfinas. Estas sustancias químicas actúan como analgésicos naturales y generan una sensación de euforia, por eso experimentamos una oleada de endorfinas cuando compartimos un momento así de especial con alguien.
Cuando pensamos en regalar aumenta la irrigación de la corteza prefrontal dorsolateral de nuestro cerebro, que es el área más relacionada con la planificación motriz, la organización y la regulación de la conducta
No obstante, dar un regalo no es un acto improvisado ni simple, por mucho que algunas personas le dediquen un tiempo ínfimo. La ciencia ha demostrado que cuando pensamos en hacerle un regalo a alguien, aumenta la irrigación de la corteza prefrontal dorsolateral de nuestro cerebro, que es el área más relacionada con la planificación motriz, la organización y la regulación de la conducta. Hay gente que puede experimentar ansiedad ante la difícil tarea de encontrar el regalo adecuado. La incertidumbre y la inseguridad que protagoniza todo el proceso se traduce en un sobreesfuerzo mental, que a su vez puede diluir las agradables sensaciones que conlleva este acto.
Por otro lado, compartir regalos conlleva un riesgo. Mientras estamos dando el regalo permanecemos en alerta, a la expectativa de saber si hemos acertado o no. A su vez, la otra persona puede sentir compromiso por demostrar satisfacción y alegría por el obsequio, tanto si es de su agrado como si no; esta obligación social de responder de manera positiva se sustenta en la «teoría del don y la reciprocidad».
Los regalos contribuyen a la construcción del yo; con ellos comunicamos nuestras percepciones, tanto del otro como del yo propio, así como de la relación resultado de nuestras interacciones
Los regalos en verdad son símbolos que nos definen, contribuyen a la construcción del yo porque, por una parte, y según la teoría de Finley Wolfinbarger (1990), nos muestra cómo nos percibe la otra persona, la identidad que proyectamos a nuestro entorno; y por otra, cuando somos nosotros quienes regalamos, mostramos con el presente elegido parte de nosotros mismos, también dando significado y mostrando la percepción que tenemos de la relación que mantenemos con la otra persona. Es, en definitiva, una forma de comunicar nuestras percepciones, tanto del otro como del yo propio, así como de la relación resultado de nuestras interacciones.
Los regalos que se perciben como más costosos en términos de tiempo y esfuerzo tanto mental como físico son los preferidos por quienes los reciben
A la hora de hacer un regalo son cuatro las variables que determinan el éxito o fracaso del obsequio: el valor monetario, el tiempo invertido en conseguir el regalo, la energía mental gastada en planificar y escoger un regalo adecuado al destinatario y los costes físicos que implica conseguir el presente. Al analizar estos determinantes, los investigadores Henry S. J. Robben y Theo M. M. Verhallen (1994) concluyen que los regalos que se perciben como más costosos en términos de tiempo y esfuerzo tanto mental como físico son los preferidos por quienes los reciben. Y, por el contrario, el valor monetario es lo menos importante, así que ya sabes, estas Navidades decántate por obsequios caros en tiempo y esfuerzo físico, pero baratos en precio e impacto ambiental.
Fuentes:
https://www.uoc.edu/portal/es/news/actualitat/2019/327-como-conseguir-regalo-perfecto.html
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