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Generación Z: ¿de cristal o no?

Jóvenes de la nueva era

La condición humana trae consigo tránsitos por innumerables adaptaciones sociales, psicológicas y de conducta que, en ocasiones, ponen a prueba nuestra aclimatación a nuevos hábitats.

La juventud, epicentro de múltiples decisiones, inicios y epílogos de vida 

Una de estas etapas cruciales, de absoluta importancia en toda su magnitud, es la adolescencia y juventud; se trata posiblemente del compendio de las transformaciones más complejas y extraordinarias en las que vive el ser humano. La juventud se nos presenta como epicentro de múltiples decisiones, inicios y epílogos de vida académica, personal, introspectiva y social.

Una de las nuevas generaciones que forman la juventud actual es la llamada generación Z, conocida también como «generación de cristal», término acuñado por la filósofa Montserrat Nebrera en 2021, al hacer referencia a los hijos cuyos padres pertenecen a la generación X (nacidos entre 1961 y 1980) y que presumen de vidas activas, equilibradas y felices que dedican gran parte de su tiempo libre a la cultura, el ocio en la naturaleza o la lectura.

De todos modos, en ella la condición de ser joven no varía en su esencia: el escepticismo hacia la autoridad, el deseo de aventura y emociones fuertes, la incertidumbre hacia el futuro, el rechazo a las imposiciones y el descubrimiento de los sentimientos o el enamoramiento, además de una gran importancia de las relaciones sociales y afectivas, como rasgos generales.

El 65 % de los jóvenes asegura haber aprendido a convivir con la incertidumbre sobre su futuro

Sin embargo, el concepto «generación de cristal» va más allá: es una etiqueta que describe la realidad de una generación sobreprotegida y frágil, inmersa por completo en una revolución digital sin precedentes y, quizás, menos preparada para hacer frente a los naturales obstáculos de la vida, con una carencia de fortaleza ante la frustración y las equivocaciones durante el aprendizaje. Aunque la juventud perteneciente a esta generación tiene una opinión diferente: según un estudio de la fundación SM, el 65 % de los 400 encuestados asegura haber aprendido a convivir con la incertidumbre sobre su futuro.

Aun así, hay estudios que concluyen que la tolerancia a la frustración es una de las múltiples carencias de esta generación. Un hecho que impacta profundamente en sus vidas, pues como apunta Cristina Gutiérrez Lestón, directora de La Granja Escola, «tolerar la frustración sirve para superar obstáculos con inteligencia y determinación. Te autoriza a perseguir tus sueños, te da energía para no temer al fracaso o las equivocaciones, te hace sentirte fuerte y seguro».

Las dificultades adyacentes, como poder  vivir con independencia de los padres, tener hijos o aspirar a un trabajo estable, se alargan cada vez más en el tiempo

El juicio social persigue a la generación de cristal allá donde vaya y haga lo que haga: El 58 % de los encuestados creen que los adultos se sienten con el derecho de criticarlos por el mero hecho de ser jóvenes. Es una realidad que las dificultades adyacentes, como poder vivir con independencia de los padres, tener hijos o aspirar a un trabajo estable, se alargan cada vez más en el tiempo, por lo que los jóvenes de hoy adquieren un rol infantilizado y muy complejo de descifrar.

A los ojos de los propios jóvenes, su generación tiene también sus bondades, como el hecho de ser más comprometidos socialmente, sensibles con su entorno y con la realidad en la que viven. Para ellos, sus predecesores tuvieron más facilidades y no tanta exigencia académica y laboral, algo que les lleva a sentirse discriminados. De hecho, el 66 %  de ellos considera que el término «generación de cristal» es injusto.

Jóvenes que han crecido en un contexto de crisis continua

Sea de cristal o no, la juventud de hoy en día ha crecido en el contexto de dos crisis mundiales (la de la burbuja inmobiliaria y la crisis sanitaria provocada por la pandemia del coronavirus). Crecieron sin muchas carencias, sí, pero también se esforzaron mucho sin grandes resultados; son la generación más formada de la historia, pero aun así, se enfrentan a un mercado laboral muy competitivo y precario, con salarios que apenas alcanzan los 1000 €, con alquileres inflados que pueden llegar hasta los 900 € mensuales por un piso de 40 m2, y con el reto constante de actualizar continuamente sus habilidades y conocimientos para no quedarse atrás.

Fuentes:

Magaña, Tomás (2021). «Por qué los adolescentes necesitan padres firmes». Escuela Bitácoras.

Badía Camprubí, Imma (2023).  «Las señas de identidad de la generación de cristal». Secretaría de Acción Sindical y Salud Laboral, FEUSO.

León, Marina (2023).  «La generación de cristal: ¿son más frágiles los jóvenes de hoy o nos irrita su nueva sensibilidad?». El Periódico de España. Jóvenes y adolescentes.

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