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El síndrome del emperador

Cuando los niños tiranos gobiernan en casa

Cada vez son más comunes las historias de niños que abusan de sus padres. Puede parecer increíble, pero se cuentan por centenas los casos en que los hijos se han apoderado a golpe de tiranía de las riendas de la familia. Este nuevo tipo de violencia familiar se conoce como el síndrome del emperador, y ha sido durante mucho tiempo un tema tabú para los padres.

Los expertos explican que el niño emperador es fruto del actual modelo social, donde los padres prefieren evitar conflictos de autoridad con los hijos antes que perder el feeling con ellos. Esta situación en ocasiones se traduce en una falta ilimitada de normas y pautas educativas que en ningún caso aportan seguridad a los niños.

Ana Royo Pereira, psicóloga de Educ-at, explica que el síndrome del emperador «es un tipo de violencia en la que el hijo causa daño o sufrimiento a sus progenitores de un modo intencionado para conseguir aquello que desea». Es una manera de actuar que cuando se convierte en sistema «sitúa al niño en una posición de poder y dominio con respecto a su familia».

Un niño emperador, ¿nace o se hace?

No existe consenso acerca de si el síndrome del emperador es una patología o una disfunción educativa. Puede que sea producto de una carencia a nivel de crianza o estar determinada genéticamente, pero en cualquier caso no se nace siendo emperador, sino que, como subraya Ana Royo, «son ciertos estilos educativos los que van facilitando que los niños se comporten de ese modo».

Quizá una de las características más curiosas de estos niños «es su falta de conciencia, pues tienen ciertas dificultades para sentir empatía y responsabilidad», añade Ana.

La rebelión de los niños tiranos

Causas

Las principales causas del síndrome del emperador son la baja implicación de los padres con sus hijos, una ausencia dilatada que se intenta compensar otorgando licencias extraordinarias, excesiva permisividad y sobreprotección. Causas a las que Ana suma a título personal «la falta de sentimiento de culpabilidad o las dificultades para evaluar las consecuencias de los actos en estos menores».

Síntomas

En general, los niños emperadores expresan una conducta identificable y suelen asociarse con familias de un nivel socio-económico medio-alto:

— Se trata de niños que continuamente intentan imponer su autoridad y voluntad.

— Siempre consiguen lo que quieren.

— Suelen ser los protagonistas dentro de la familia y gozan de un estatus en ella que les permite exigir y mandar.

— Los padres de estos menores suelen otorgarle todos los caprichos y no se sienten capaces de decir no por miedo a las consecuencias.

— No toleran las frustraciones ni las negativas de sus padres.

— Necesitan recompensas inmediatas y se muestran agresivos cuando no las consiguen.

Frente a esta situación, Ana Royo hace hincapié en la importancia de ejercer como padres el rol de autoridad, algo que no suena acorde con estos tiempos pero que sin embargo no hay que descuidar. «La clave está en crear un vínculo cercano y afectuoso con los hijos, sin olvidar que son los padres los que deben estar por encima, jerárquicamente hablando, y que necesitan que se les impongan normas y directrices para poder desarrollarse como personas autónomas y seguras», sostiene la psicóloga.

¿Cómo actuar?

Lo más importante es detectar el síndrome del emperador lo antes posible y entender el problema. De esa manera se pueden detectar «las conductas de los padres que podrían estar impidiendo la solución», comenta Ana.

Por otro lado, también subraya la importancia del personal especializado, el cual debería «aportar directrices a los padres para que utilicen el refuerzo positivo con sus hijos, para que establezcan normas y límites en casa y para que ayuden al menor a desarrollar una adecuada gestión emocional».

En cuanto al pequeño tirano, Ana Royo señala que lo mejor es hacer que este «acepte su responsabilidad y comience a integrar ciertas normas y límites, por lo que es importante dotarle de estrategias y habilidades para resolver problemas, gestionar sus propias emociones y controlar su impulsividad y agresividad».

La rebelión de los niños supera los límites de la lógica. Sin embargo, aunque sus cabecillas puedan parecer rebeldes sin causa, tienen sus motivos. Por lo tanto, no olvidemos lo más importante: ningún niño nace siendo un tirano.

 

Más información:

- Edu-at

- Ana Royo Pereira

- Vicente Garrido Genovés, Los hijos tiranos, Barcelona: Ariel, 2011 

 

 

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