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Educar para vivir en pareja, asignatura pendiente

Enseñar a quererse y a querer a los demás

Editorial, una reflexión personal.

Esta semana con la terrible actualidad del juicio por violación grupal a una joven de 18 años por una pandilla de agresores sexuales conocida como “la manada”, obliga a mirar hacia dentro del sistema de educación.  Tanto esfuerzo por avanzar tecnológicamente como sociedad tal vez nos  hemos olvidado de las cosas más sencillas aunque a veces incómodas.

Como madre de niños, como persona curiosa en todo lo referente a nuevas formas de enseñanza y conocimiento, hoy siento un dolor profundo porque tal vez con tanto esfuerzo por crear currículos académicos que preparen a los nuevos seres humanos del futuro para una sociedad tecnológica, tal vez, nos olvidamos de lo más sencillo: enseñarles a quererse y a querer a los demás.

Opino que la historia moderna ha unido a la religión la enseñanza del amor por los demás, en mi caso soy una persona lógica y busco las respuestas científicas siempre que puedo, pero en esta ocasión la ciencia no nos puede ayudar. Nos hemos olvidado de una asignatura fundamental: la de enseñar a quererse uno mismo. Si nos queremos como somos, como especie, con todos nuestros defectos de seres humanos  así de forma fácil descubriremos nuestras inmensas capacidades. La ciencia evita las palabras como “amor”, “sentimiento”, “enamorarse”, y las perífrasis como “vivir en pareja”, “crear una familia”. No son principios religiosos, son los principios biológicos y naturales que llevamos dentro como especie.

En pleno siglo XXI, parece un retraso volver a hablar de educación sexual, creo que es obligado el revisar esa asignatura porque  implica  mucho más que enseñarles a los jóvenes pre adolescentes cómo cambiará su cuerpo y las responsabilidades biológicas que ello implica, hay que ir más allá de mostrarles qué es un preservativo. Y ese camino no solo se debe recorrer en los centros educativos. Como padres debemos enseñar a amar, a querer y dejarse querer. Tenemos que hablar que una caricia es mucho más que un paso previo a una penetración.

Debemos romper los tabús de hablar y opinar sobre el amor. Como mujer voy a romper otra lanza en contra de mi género, porque tenemos la responsabilidad natural de ser madres. Nada mejor que una mujer para enseñar  a un  chico como debe amar a otra mujer. Históricamente las mujeres hemos delegado la enseñanza sexual de los niños varones a  los hombres, y la de las niñas sencillamente la hemos obviado: «hoy con eso de internet las niñas ya saben todo…» ¡Qué gran mentira!

Los niños dejan la videoconsolas para jugar a tener sexo. Quién les enseña el código ético de ese nuevo juego. Niños acostumbrados a querer y tenerlo todo. ¿Cómo se enfrentan a una relación sexual? Como otro juego más.

Hasta hace pocas décadas las niñas aprendían a ser mujer escuchando a las mujeres mayores de sus familias. Hoy en día las nuevas estructuras familiares son monoparentales, prácticamente no existen familias numerosas en España por lo que las niñas aprenden de lo que se habla en los patios y de la información que pueden encontrar  por internet.

Los referentes culturales existentes en la actualidad están hípersexualizados e invocan a modelos de relaciones machistas y dominantes tanto para la mujer como para el hombre. Los niños o niñas más  «guay» son aquellos que más relaciones sexuales tienen. Muchos menores de 15 años, según estadísticas, se reconocen «bisexuales» sin saber bien qué implica eso. No importa con quién sino el número de veces. Muchos padres-madres que lean esto pensarán « mi hijo no, mi hijo tiene las cosas claras…» Exactamente igual que ocurre con el  problema del alcohol o de las drogas. Siempre creemos que  el problema lo tendrán otros. «Son las hijas de otros las violadas, son los hijos de otros los violadores»

Tanto los educadores como las familias deben romper el miedo de explicar a los niños que un día se enamorarán y cómo deben entender y gestionar ese sentimiento. Si conseguimos niños que sean capaces de identificar ese sentimiento conseguiremos adultos felices y no depredadores sexuales que copian modelos de éxito de la sociedad en la que crecieron.  Si hemos sido capaces de enseñar a nuestros hijos la importancia de querer todo lo que les rodea como la naturaleza, los animales, la importancia de la ecología y el reciclar, cómo no vamos a ser capaces de enseñarles a cuidarse a ellos mismos y aquellas otras personas que algún día puedan amar. La principal herramienta para educar es hablar. ¡Hablemos!

 

Nota: decido ilustrar el artículo con la imagen de los violadores porque  creo que la violencia de género siempre se preserva la identidad del agresor. Es un silencio social que mata y permite al agresor volver a atacar con libertad. Hay que compartir, saber y no olvidar qué son y qué han hecho estos individuos. 

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