La maternidad en los hombres
Discriminación negativa de los padres
Soy consciente de que voy a entrar en un terreno muy complejo y que suscita sentimientos encontrados. Por ello, aclaro desde el principio que lo que voy a exponer es una opinión personal, una idea nada académica, con el único afán de compartirla y suscitar el debate.
Maternidad es una palabra que la Real Academia de la Lengua Española define como «estado o cualidad de la madre», y la paternidad aparece definida como «la cualidad del padre». Sin embargo, las connotaciones de la palabra maternal superan a las del término paternal. La maternidad es un instinto en todos los animales que contribuye a la conservación de la vida de la especie. Actualmente la neurociencia huye de los instintos y prefiere referirse a las aptitudes. Así pues, creo que hay que hablar de las aptitudes maternales de los hombres, y no únicamente como algo que es patrimonio cultural y genético de las mujeres de nuestra especie.
La jurisprudencia tampoco otorga derechos de maternidad a los hombres porque solo protege el derecho natural del hombre entendido como el derecho inalienable de ser progenitor y tener que alimentar a sus hijos. Pero se ha obviado el derecho a cuidarlos y educarlos. Es como si la sociedad hubiera asumido que el padre es un mero sujeto procreador y nunca cuidador. Esta percepción de la maternidad en exclusiva para la mujer por ser la portadora del bebé en sus entrañas discrimina al hombre como cuidador, protector y educador cualificado.
En Europa somos muy afortunados porque hemos tenido la oportunidad de vivir otras maternidades como las de las parejas homosexuales y, por tanto, aprender que los hombres son igual de cuidadores y educadores que las mujeres sin la necesidad de parir. Es un privilegio poder ir al pediatra y compartir espacio con hombres solos con sus bebés cuando hasta hace bien poco era la madre la que tenía que llevar el niño al médico o en su defecto la abuela. Hoy en día, hay hombres solos con los niños jugando en los parques o haciendo juntos los deberes en casa hasta que llega la madre de trabajar. Los nuevos modelos de familia nos ofrecen muchos ejemplos de maternidad en los hombres, pero existe un miedo, también cultural y heredado, que hace que nadie se atreva a hablar de ellos.
La mujer solo puede evolucionar si lo hace con el hombre, a la par, y la lucha por la libertad no debe implicar el recorte de libertades de ningún otro género, porque no se trata de cambiar la hegemonía del género dominante, es decir, dejar de ser un mundo de hombres injustos para convertirnos en un nuevo mundo de mujeres igualmente injustas. Hay que compartir derechos e instintos, cuando los haya, y un hombre puede llegar a ser más maternal que una mujer y viceversa. La jurisprudencia y la sociedad deben estar preparadas para entenderlo y aceptarlo desde la normalidad y no desde la disputa.
Puesto que el ser humano como especie es una simbiosis perfecta entre el hombre y la mujer, cualquier desequilibrio en esa simbiosis producirá una sociedad injusta y destructora. La humanidad siempre ha sido maternal y protectora aunque se nos olvida a menudo porque la evolución del género humano se vincula a la pérdida de los instintos en favor de la tecnología.
Ángeles Gallardo - Redacción Editorial
@angelesdefels
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