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Falsos mitos en la educación

La neurociencia desmitifica muchos principios educativos

La neurociencia es una ciencia que estudia el sistema nervioso desde todos los ámbitos posibles: su estructura, función, bioquímica… abarca muchos niveles de estudio e interactúa con otras disciplinas como la psicología, lo que ha hecho posible la aparición de la neurociencia cognitiva que estudia los procesos mentales implicados en el comportamiento de los seres humanos.

Algunos de los mitos presentes en el entorno educativo se desvanecen gracias a los avances de la neurociencia. El Dr. David Bueno, biólogo especializado en genética por la Universidad de Barcelona, menciona en su libro, Neurociencia para educadores, Octaedro 2017, los mitos más difundidos y aceptados por la sociedad que pueden repercutir en el sistema de enseñanza:

  • Solo utilizamos el 10% de nuestro cerebro
  • Hay un hemisferio racional y otro emocional
  • El cerebro masculino es diferente al femenino
  • Existen asignaturas más importantes que otras

Estos mitos entendidos como verdaderos por la sociedad han penetrado en el sistema educativo creando formas de aprendizaje alejadas del verdadero funcionamiento del cerebro de los alumnos.

MITO 1: Solo utilizamos el 10% de nuestro cerebro.

Fue Albert Einstein quien dio credibilidad a la expresión «solo usamos el 10% del cerebro» que venía de la época en la que se pensaba que la capa externa del cerebro no tenía otra función más que proteger el interior de este órgano. Los actuales estudios de neurociencia han constatado que es en la corteza cerebral donde se generan y gestionan los aspectos más complejos de la función mental. Otra expresión asumida como verdadera es « necesitamos descansar para desconectar el cerebro», pues es justo al contrario, mientras dormimos o nos distraemos la actividad cerebral nos permite consolidar todo lo aprendido.

Esto aplicado en la educación nos demuestra la importancia de combinar ratos de atención con otros de juegos en una misma lección. Así como la necesidad de combinar periodos de estudio con los de descanso para afianzar lo aprendido.

MITO 2: Hay un hemisferio emocional y otro racional

El cerebro está formado por dos hemisferios: el derecho suele ser un poco más grande que el izquierdo y se relaciona con las funciones emocionales, mientras las de cálculo se identifican con el hemisferio izquierdo. Las investigaciones de neurociencia revelan que es falso que un hemisferio sea emocional y otro racional porque ambos intervienen en las mismas funciones mentales aunque no con idéntica intensidad.

Los educadores se han esforzado por detectar el «estilo cognitivo» del niño, es decir identificar que niños son más intuitivos o analíticos. No obstante, todos los procesos de aprendizaje activan y usan diferentes regiones del cerebro por lo que las actividades en las aulas deben combinar actividades transversales para que activen el máximo número de zonas cerebrales posible. Un ejemplo de la educación moderna es aprender las tablas de multiplicar cantando.

MITO 3: El cerebro masculino contra el femenino.

 Si bien son ciertas las diferencias anatómicas y de funcionamiento entre el cerebro femenino y el masculino, las capacidades intelectuales globales no presentan ninguna diferencia en función del sexo sino solo en función de cada individuo.

Como apunta David Bueno en su libro, la educación ha magnificado las diferencias biológicas hasta niveles inimaginables. Un ejemplo de ello es la expresión «los niños son mejores en las ciencias».

MITO 4: Asignaturas más importantes que otras.

La mayoría de docentes responderían que no , pero la realidad y las actitudes de las familias y la sociedad en general no opinan lo mismo.

La educación física y las artes plásticas son minusvaloradas en el currículo académico clásico, Sin embargo, gracias a la neurociencia sabemos que la formación artística estimula especialmente las zonas creativas y de sociabilización del cerebro. O bien que la práctica deportiva en lugar de distraer lo que consigue es favorecer la concentración, la atención y la motivación.

Si adecuamos estos descubrimientos de la neurociencia a la práctica docente conseguiremos una enseñanza más eficaz y motivadora para los alumnos.

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