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El arte de escribir: ¿por qué se tarda tanto en construir un buen relato?

Tres escritores nos revelan los secretos detrás de un buen libro

Millones de personas encontramos sosiego, placer, comprensión y diversión entre las páginas de un libro. En Europa más del 64 % de sus habitantes son consumidores de libros de todos los géneros y en múltiples lenguas. Este objeto simple para muchos es el compañero ideal que puede esconder en su interior sabiduría, belleza, innovación y compañía, todas ellas cualidades apreciadas por el ser humano. Mujeres y hombres de todo el mundo, domadores de las palabras y creadores de mundos, son los protagonistas detrás de estas maravillas. Sus obras les exigen días, semanas y años de trabajo y sacrificio hasta llegar a nuestras manos; un proceso aparentemente solitario que viven recluidos en sus espacios de creación.

El poeta y docente Agustí Vilar, el escritor e historiador Pasqual Bernat y la escritora y educadora social Sara Molina forman parte de esos artistas que conviven con las palabras y el lenguaje día tras día hasta descubrir sus misterios. En sus relatos en prosa y en verso nos revelan parte de este conocimiento, pero en Inèdit nos desvelarán la fórmula secreta de sus creaciones.

El pasado y los recuerdos pueden ser una buena fuente de inspiración

Agustí Vilar toma como inspiración el pasado: «Para mí el acto de escribir está muy ligado al recuerdo y a lo que conozco, escribo historias sobre la infancia y la juventud que viví, pero también me gusta escribir cosas de ahora, más actuales, así que lo hago sobre mi colectivo, el de las personas con discapacidad», explica; mientras que Pasqual Bernat prefiere compartir su reflexión sobre el mundo y las vivencias: «Por medio de los personajes reflexiono sobre la condición humana, el sentido de la vida, las relaciones entre seres vivos, las reacciones de la gente en determinadas circunstancias…», nos cuenta. Por su parte, Sara Molina tiene como fuente de inspiración la vida en general: «Es muy importante conocer todas las realidades para poder escribir. En mi caso mucha parte de la inspiración me viene de anécdotas de mis amigas, de lo que veo en la calle, de conversaciones interesantes que he mantenido…», afirma.

«Las personas que escriben en el fondo lo que hacen es expresarse»

Escribir en realidad es un acto íntimo, aunque en muchos de los casos el resultado acabe siendo publicado y compartido con todo el mundo. Para Vilar la escritura es expresión, asegura que las personas que escriben en el fondo lo que hacen es expresarse: «Conozco músicos que si no tocan no se sienten bien, lo mismo nos sucede a algunos escritores, y especialmente en nuestro mundo de hoy, en el que a las personas cada vez les cuesta más expresarse, la escritura para muchos es un recurso de liberación», confiesa.

Molina lleva más allá el concepto de escritura, ligándolo al activismo social: «A mí me gusta verlo más desde una perspectiva social; tiene que ver con dar voz a diferentes realidades, con el objetivo de que la gente conecte con las historias, se identifique con los personajes, y vea que lo que le pasa no es algo raro e inherente solamente a ella, sino que es algo que le sucede a otras personas», declara.

«La vida misma es una fuente de inspiración para construir el relato»

Todo relato tiene implícito un mensaje, y como bien dice Pasqual Bernat «la vida misma es una fuente de inspiración para construir el relato». En una serie de sus escritos el tema principal son las ilusiones perdidas o las expectativas truncadas, y en ellos se refleja la paradoja entre la ilusión y la realidad.

Agustí Vilar considera que la infancia es uno de los temas principales de muchos autores, y también es el suyo: «Es un mundo que conecta con el público, tierno, fácil de explicar y a la vez complejo, porque mediante el juego te permite transmitir muchos simbolismos», señala. Vilar explica que a la hora de escribir intenta ponerse en la piel de sus personajes para narrar cuestiones reales y a la vez invisibles como la soledad no deseada, la apatía, el dolor crónico o el aislamiento, todas ellas situaciones que viven muchas personas, pero sobre todo las personas con discapacidad: «Te puedo asegurar que muchas veces la realidad supera a la ficción», lamenta. El mismo componente social reflejan las historias de Sara Molina, cuyos textos incorporan un elemento común: «La libertad y escapar de las jaulas sociales que nos encarcelan».

«La escritura fácil no existe»

La escritura no está exenta de retos para nadie, pues como bien explica Vilar, «escribir de forma artística no es fácil, igual que hacer fotografía artística tampoco lo es; supone discurso, técnica, enfoque, y muchas horas de trabajo». Para Vilar la escritura fácil no existe: «Las grandes obras en realidad cuestan, porque hay que lograr que lleguen a todo el público, que sea una historia que pueda entender todo el mundo, sea quien sea, y eso no es sencillo», subraya. Por eso, para él el reto personal es «continuar escribiendo».

Por su parte, Pasqual Bernat nos confiesa que su mayor reto ha sido cambiar de estilo de escritura: «Yo estaba acostumbrado a escribir con lenguaje académico, y cuando empecé con los cuentos infantiles tuve que aprender a escribir de forma literaria; a construir el relato con recreaciones, sensaciones, descripción del entorno, expresiones, a dar vida literaria a la ficción».

La monotonía es el desafío al que Sara Molina hace frente en su escritura, pues según nos cuenta, si bien en sus escritos el tema principal es la libertad, es importante «no contar siempre lo mismo e intentar en la medida de lo posible reflejar el tema desde diferentes perspectivas».

El concurso literario Roc Boronat es uno de los pocos que admiten obras presentadas en braille en todo el mundo

Sara, Agustí y Pasqual escriben diferente, pero comparten dos aspectos: que todos ellos tienen discapacidad y que son ganadores del premio Roc Boronat que concede anualmente la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE). Este premio, que ya alcanza su XXVI edición, tiene como objetivo la promoción de la cultura y literatura en catalán entre las personas afiliadas a la organización, siendo uno de los pocos concursos literarios de todo el mundo que admite obras en braille. En palabras del jefe de la Unidad de Cultura y Deporte de ONCE Catalunya, Josep Pitarch, en ONCE llevan la promoción de la literatura a dos niveles: «Por una parte, organizamos talleres para la gente a la que le gusta leer y escribir, y por otra, promocionamos escritores profesionales y artistas para que puedan editar y publicar sus obras, además de las ayudas a las que pueden optar para subvencionar la totalidad de la edición de sus libros».

Los personajes son quienes dan vida a las historias y poesías, y como dice Pasqual Bernat, «todos los relatos incorporan elementos autobiográficos de quienes los escriben». Por eso, los tres escritores hablan de la discapacidad en sus relatos. Sus consejos para construir personajes verosímiles con discapacidad son conocer a personas con discapacidad, interactuar con ellas para comprenderlas, no hacer que todo gire en torno a la discapacidad, pues es una condición que puede afectar parte de la vida del personaje pero no toda, tener en cuenta que el personaje con discapacidad en realidad no desea tenerla, por lo que a la hora de mostrar la resiliencia de estos personajes no hay que obviar que siempre existe un proceso de adaptación, de aceptación de la propia naturaleza, investigar a fondo sobre la discapacidad concreta del personaje, y sobre todo evitar clichés muchas veces basados en prejuicios y estereotipos que hacen daño.  

Finalmente, algunas de las recomendaciones literarias que los tres artistas de la palabra nos hacen son: Tu nombre es Olga, de Josep M.ª Espinàs; Gente normal, de Sally Rooney; Anatomía de las distancias cortas, de Marta Orriols; Querida Mirta, de Maria Escalas; La vuelta al mundo en 80 días, de Julio Verne; El nombre de la rosa, de Umberto Eco; la Odisea, de Homero; Hamnet, de Maggie O'Farrell, y Minorías, de Desirée Bela-Lobedde.

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