Educación y protestas en Francia, ¿causa o efecto?
¿Qué papel ha tenido la educación en las protestas de Francia?
En poco tiempo hemos contemplado perplejos desde las manifestaciones de los chalecos amarillos hasta las violentas revueltas tras el asesinato de un joven de 17 años por la policía francesa, conocidas como la «revolución de los suburbios». Jóvenes y niños franceses se lanzaron a la calle durante semanas, causando enormes pérdidas económicas por actos vandálicos que han dejado un país conmocionado y muchas preguntas por el camino. Hoy hablamos con Elisabeth Ayala, periodista especializada en cultura china y protocolo internacional, que reside entre París y Niza, y con la que queremos aportar una mirada distinta a las últimas manifestaciones en Francia, como siempre analizando el papel de la educación de los jóvenes y de la relación con las familias en esta crisis sin precedentes para el gobierno francés.
Pregunta: ¿Se puede decir que Francia tiene cultura de protesta? ¿Cómo surge y se manifiesta?
Respuesta: Esto nos viene de la Revolución Francesa, el rey en aquel momento no supo cuidar de los ciudadanos y se decidió derrocarlo y crear una república. Nuestra percepción del Estado es como si fuera un ente superior que tiene que proteger a todos por igual y al que se le exige siempre. No negociamos de entrada como ocurre en otros países. En Francia, primero nos expresamos, protestamos, y luego ya veremos qué respuesta nos ofrece el Estado. Tenemos una actitud de grupo que tiene arraigada la protesta como algo bueno, incluso cuando es violenta. La libertad es algo que obsesiona a los franceses y es muy importante en nuestra cultura. Esa libertad la expresamos primero en forma de protesta. Esto nos genera una personalidad muy individual y pesimista, de hipercrítica constante.
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P.: Un comportamiento de protesta está construido, ¿qué tiene que ver la educación en ese comportamiento social?
R.: Mucho; la educación es rígida y centralizada, la asignatura de Filosofía es muy importante y se focaliza en el pensamiento crítico y en desarrollar el proceso de cuestionar y argumentar todas las ideas planteadas. Pero el profesor es alguien frío y distante y juega un papel de administrador más que de guía o acompañante en el proceso. Los alumnos están solos y se trabaja de forma individual y estandarizada, porque así se entiende que se ejerce el derecho a ser educado. Pero se educa en un sentimiento de competición entre todos los alumnos y eso puede generar sufrimiento en alumnos que tienen dificultades de aprendizaje.
P.: ¿Cómo se gestiona la acogida del alumnado migrante en Francia?
R.: De nuevo interviene aquí la obsesión por la igualdad y por la libertad de ser iguales. Es un concepto complicado de definir, pero la igualdad para los franceses quiere decir que no podemos expresar nuestras diferencias respecto a los otros porque eso puede producir diferencias y falta de libertad, que son los principales valores de la República Francesa. Por eso, no se puede expresar la libertad individual porque puede ofender la libertad de los otros. Ello se ha traducido en la educación en lo que se conoce como «aula única», las aulas se organizan por edades sin tener en cuenta el conocimiento de la lengua o dificultades de aprendizaje o altas capacidades, y eso genera muchos problemas y fracaso escolar.
P.: Una igualdad asfixiante que crea desigualdades muy grandes. ¿Por qué no se pueden expresar las diferencias en la escuela?
R.: En Francia, en nombre de la fraternidad y la igualdad, otra vez, los franceses se sienten como un pueblo unido pero indivisible. Las diferencias no pueden ser expresadas en el espacio público. La escuela se entiende como espacio público, por lo que está prohibido llevar a ella o expresar particularidades de tu cultura o religión. Eso crea conflictos en culturas que tienen formas de expresión muy fuertes, porque no se sienten representadas. No está permitido en Francia recopilar datos de nacionalidad, religión o etnia, por lo que no sabemos cuántas personas musulmanas o católicas hay porque a nadie le importa, tú puedes ser lo que quieras en tu espacio privado mientras no lo expreses en un espacio público.
P.: Después de las últimas protestas en que han participado niños menores de edad, el gobierno francés se ha planteado cambiar leyes respecto a la responsabilidad de la familia sobre los hijos. ¿Qué papel tiene la familia en la escuela?
R.: Ninguno, la familia no participa ni colabora con el colegio más que en las actividades extraescolares o por temas de logística en excursiones y demás. La única comunicación entre el profesor y la familia suele ser por medio de la agenda escolar que lleva el niño cada día de la casa a la escuela. Las familias esperan que los hijos trabajen de forma individual y autónoma, «haciendo lo que tienen que hacer», así se han criado los que hoy son padres y, a pesar de que una nueva cultura más emocional y permisiva está surgiendo, por lo general, una familia francesa es igual que un organismo público, todos hacen lo que deben y no esperan comportamientos diferentes. Lo emocional se expresa de forma íntima e individual. Después de las protestas tan violentas de estas últimas semanas sí que se ha dicho que se prepararán leyes nuevas que indiquen qué papel tienen que ejercer los padres con los hijos. De todas formas, muchos padres salieron a las calles a buscar a sus hijos y se los llevaron a sus casas, hay muchas imágenes que lo corroboran. Las redes sociales tuvieron aquí un efecto llamada como nunca antes había ocurrido.
P.: ¿Cómo es el joven francés del siglo XXI? ¿Por qué sale a la calle a protestar?
R.: Por la desilusión, los jóvenes sufren el paro y están hartos de no tener expectativas de futuro. Y todo ello a pesar de que Francia es uno de los países en los que hay más derechos y ventajas sociales. El gobierno francés ha invertido en vivienda social, servicios sociales gratuitos, como la educación, pero ello no ha conseguido mejorar las condiciones de vida para las personas que viven en los suburbios. Las redes sociales han sido muy importantes en las últimas protestas, de hecho, el gobierno pidió a las empresas que gestionan las principales redes sociales que no difundieran noticias, y las de origen americano lo hicieron, pero TikTok siguió funcionando. Antes nos manifestábamos igual, salíamos de nuestros barrios conflictivos a pelearnos con otros jóvenes de otros barrios o contra la policía. Eso lo tenemos asumido. Pero en las últimas protestas el nivel de violencia y de vandalismo fue exagerado, tanto que llamaron a la calma los propios traficantes de drogas de los suburbios porque afectaban a su negocio de venta de drogas. Es algo muy arraigado en los barrios más desfavorecidos, donde hay un gran número de niños que trabajan para esos traficantes. El sistema educativo ha fallado y no consigue resguardar a los niños de esas bandas. Los jóvenes están enfadados y sienten que no tienen nada que perder. Ese sentimiento forma parte de lo que decía antes, de esa actitud negativa ante la vida; de hecho, Francia es uno de los países donde más antidepresivos se consumen de toda Europa. Actualmente, el joven francés es más apolítico que en nuestra generación, no se identifica con la política ni con los medios de prensa y se expresa por medio de las redes sociales. El sistema educativo debe cambiar y adaptarse a la nueva realidad y a las necesidades de los jóvenes de hoy en día, puesto que es demasiado rígido y jerárquico.
Las protestas parecen haberse ido de vacaciones, han desaparecido de forma repentina, pero dada la cultura de protesta arraigada en nuestro país vecino, seguro que no tardaremos en presenciar nuevas algaradas. De momento, cabe esperar que la vuelta a la escuela para el próximo curso 2023-2024 sea normal y sin violencia, al menos así lo deseamos desde nuestra redacción.
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