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¿Qué hacer cuando tu hijo es un agresor?

La agresividad no es algo natural

El acoso es un fenómeno muy presente en el entorno escolar, especialmente durante la primaria y la secundaria. Se oye mucho hablar de ello, y la palabra bullying resuena cada vez más entre los docentes, las familias y los alumnos.

Generalmente cuando hablamos de este fenómeno nos solemos centrar en las víctimas y en sus características, intentando explicar por qué son maltratadas por sus propios compañeros, pero nos olvidamos del o de las personas que originan ese acoso, olvidamos hablar de los acosadores o agresores.

La conducta agresiva o antisocial de un niño no es algo natural

La conducta agresiva o antisocial de un niño no es algo natural, y se está convirtiendo en un problema. Además, en muchos casos no se aborda de la forma más correcta. Si el acoso es cosa de dos (acosador y acosado / víctima y agresor), entonces la solución radica en entender la situación de los dos implicados, entender las causas que llevan al agresor a comportarse de esa manera, y también las que llevan a la víctima a soportar estoicamente la agresión y callar ante el acoso que padece.

Si el acoso es cosa de dos (acosador y acosado), entonces la solución radica en entender la situación de los dos implicados

Si nos centramos en la figura del agresor y en su comportamiento, suele mostrar conductas violentas y oposicionistas. Aun siendo niño infringe reglas sociales, suele presentar comportamientos agresivos, manifestaciones de ira y rabia continuadas, no acepta someterse a las normas. Además, a veces tiene problemas escolares tanto con respecto a la conducta como en lo que se refiere al rendimiento, absentismo escolar, escasas habilidades sociales y dificultades a la hora de resolver problemas.


Causas de la agresividad

Las causas o factores que pueden conducir a un niño o adolescente a comportarse de forma agresiva con sus compañeros de clase son múltiples y diversas, pues depende de las circunstancias que rodean a cada niño. Los factores que comúnmente pueden influir en la conducta son:

  • Falta de apoyo emocional: en algunos casos se trata de niños que no han tenido apoyo emocional por parte de los padres. Esto suele suceder en familias marginales donde predomina la inestabilidad.
  • Entorno familiar inestable: niños que han convivido en un ambiente en el que uno de los padres presentaba conducta antisocial.
  • Víctimas: a veces, se trata de niños que han sido objeto de abuso y maltrato por parte de sus padres y educadores, y que se han educado en un ambiente caracterizado por el odio, la ira, la agresión.
  • Tipo de personalidad: algunas características de la personalidad se correlacionan con este tipo de conductas. Por ejemplo, las personalidades que necesitan buscar sensaciones fuertes.


Señales de un posible agresor

Aparte de las causas o factores que pueden despertar la agresividad en un niño, existen también algunas señales que un alumno agresor presenta, sobre todo cuando su día a día en la escuela se reduce al acoso a otros compañeros. Estas señales, no obstante, se tienen que presentar con frecuencia y seguir un patrón para que se pueda sospechar que el niño o niña es acosador.  Las señales pueden ser las siguientes:

  • Problemas de comportamiento en la escuela y fuera de ella: suelen ser niños impetuosos, impulsivos o que se frustran fácilmente.  Los niños que intimidan presentan una fácil frustración si no se salen con la suya, carecen de empatía por los demás y tienen un historial de disciplina con problemas.
  • Niños obsesionados con la popularidad: a un niño agresor todo lo que piensen de él le preocupa y quiere que le tengan en cuenta aunque sea por miedo. Esto suele ocurrir cuando el niño en cuestión tiene baja autoestima o inseguridad en su personalidad, lo que puede hacer que quiera buscar la atención de los demás aunque sea de forma negativa.
  • Amigos con tendencias agresivas: ya sabemos que los niños y especialmente los adolescentes son influenciables, y que a menudo en los grupos que forman existe un líder popular que los guía. Por tanto, si el niño tiene amigos agresivos que acosan a otros niños, es posible que él también esté implicado en ello y se comporte de la misma manera. Además, los niños que intimidan a los demás son más propensos a tener amigos que intimidan y que se involucran en comportamientos violentos.


Tipos de agresores

Hasta ahora hemos comentado muchos aspectos relacionados con el niño agresor activo, pero también existe otro tipo de agresor. En realidad, hay dos tipos generales de agresores, directos e indirectos:

  • El agresor o acosador principal: el agresor principal suele ser un niño o un adolescente con baja autoestima, problemas de autocontrol y ausencia de empatía. Su rendimiento académico, además, suele ser bajo, haciendo que en ocasiones sean los mayores de la clase por haber repetido algún curso. Esto también hace que sean físicamente más fuertes que sus compañeros, asumiendo así el rol de líder ante los que buscan integración en un grupo.
  • Los observadores, instigadores o agresores secundarios: son un grupo más heterogéneo que el anterior. En general se trata de un grupo de compañeros que apoyan o vitorean los abusos del agresor principal o que guardan silencio ante los abusos que otros cometen.

Los niños agresores son también víctimas de su comportamiento, por ese motivo es de especial relevancia prestarles toda la ayuda posible para mejorar su conducta. Para empezar,  es muy importante concienciarles de  la gravedad de la situación y de las consecuencias negativas que puede provocar su actitud, tanto para él como para la víctima.

Los niños agresores son también víctimas de su comportamiento

Además, es recomendable seguir los siguientes consejos para facilitar el proceso de cambio en el niño:

  • Tomarse en serio el problema. Resistirse a la tendencia general a negar el problema o rebajar la gravedad de lo que ocurre. Evitar la negación pensando: «son cosas de niños» o «es normal que estas cosas pasen en la escuela», porque ni son cosas de niños ni es normal que ocurra.
  • Escuchar con atención y echar un vistazo a los hechos. No hay que creer todo lo que el niño diga. Los niños que intimidan a otros son buenos en la manipulación de los adultos y pueden ser muy hábiles para tejer una historia que los haga parecer inocentes.
  • La escuela o los padres del niño pueden documentar con informes todos los comportamientos de intimidación del niño. No rehúyas su participación cuando haya pruebas evidentes para culparle. Es necesario reconocer si existe un patrón habitual de comportamiento.
  • Resistirse a la tendencia a culparse a uno mismo por creer que no se han hecho bien las cosas en la crianza del hijo o hija. Procurar que el niño sea responsable de sus acciones.
  • Desarrollar un sistema claro y simple de reglas dentro del hogar. Ofrecer elogios frecuentes y refuerzo positivo. No utilizar la hostilidad y optar por consecuencias negativas para cuando no se cumplen las reglas de comportamiento.
  • Utilizar la empatía y la asertividad. Es importante elogiar al niño cuando utilice estrategias de comportamiento positivas.

Por último, cabe resaltar que el niño agresor también debe sentir apoyo para poder realizar el cambio. Si siente que nadie está de su parte se resistirá a mejorar puesto que estará todo el tiempo a la defensiva. No olvidemos que sigue siendo un niño y que necesita un guía o referente que le ayude a ser mejor.

 

Para más información visite:

http://www.redalyc.org/pdf/2430/243016324002.pdf
 

https://jable.ulpgc.es/jable/cgi-bin/Pandora.exe?fn=commandselect;query=id:0008091017;command=show_pdf

 

 

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