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Peleas entre hermanos

Consejos para gestionarlas

Todos los que no seáis hijos únicos sabréis que las peleas entre hermanos son inevitables, de la misma forma que es inevitable reconciliarse a los 5 minutos porque, al fin y al cabo, se trata de tu compañero de juegos, de risas, compinches de secretos y de conseguir lo que queréis de vuestros padres.

Ahora bien, si os toca hacer de padres existen algunos consejos que deberéis poner en práctica si queréis conseguir que en casa haya paz y se respire buen ambiente. Porque a veces cualquier excusa es buena para que los pequeños inicien una discusión, ya sea por algún juguete, la comida, la ropa o, simplemente, porque necesitan ser en ese momento el centro de atención.

¿Cómo evitar una discusión?

El ambiente que haya en casa es vital, y tiene que ser positivo: que los pequeños no presencian muchas peleas entre los padres, que no escuchen insultos o conversaciones que no van con ellos, etc. Ya que, al fin y al cabo, los hijos serán un vivo retrato de lo que ven y aprenden de sus padres.

Los padres deben dedicar un tiempo especial a la semana para sus hijos y que éstos sepan cuándo es el momento que les pertenece para disfrutarlo con sus padres y aprovechar al máximo que toda la atención será para ellos. Se pueden buscar ratos que se repitan cada día, como leerles un cuento antes de ir a dormir, lo que ayudará a estrechar la relación entre padres e hijos y, si se hace en común, también entre hermanos, ya que compartirán momentos juntos y todos con la atención de sus padres.

También se debe saber qué enseñar a los más pequeños para evitar discusiones, más allá de las que puedan surgir entre hermanos, también en el día a día y con las personas que les rodean. Explicarles la importancia de compartir y pedir adecuadamente las cosas es vital para una buena educación y pueden evitarse conflictos innecesarios.

¿Cómo solucionar una discusión?

Si la pelea entre los más pequeños de la casa ya se ha generado, lo primero que deben tener en cuenta los padres es que deben tranquilizar a sus hijos por igual sin dar la razón a uno u otro y, cuando estén más calmados, animarlos para que cada uno exponga su argumento. Una vez los hayan explicado, deben hacerles entender que cada uno debe tener en cuenta los sentimientos y la forma de ser del otro.

Si el problema sigue ahí, que no sean los padres quienes decidan una solución, porque eso podría aumentar la importancia del conflicto. Hay que dejar a los niños que propongan soluciones, y si les plantea este método como un juego seguro que les resultará más atractiva la idea y se olvidarán antes de lo que había pasado. Si no se les ocurre ninguna idea, entonces deberán ser los padres quienes intervengan, hay que hacerles ver que siempre hay una solución que les irá bien a todos, aunque ellos en ese momento no sean capaces de verla.

Sobre todo, los padres no deben meterse en la discusión, deben evitar dar su punto de vista hasta ver a qué punto llegan sus hijos. Si hay daños físicos sí deberán separarlos y obligarles a cada uno a que vayan a su habitación a tranquilizarse y a pensar sobre lo ocurrido, y cuando tengan una solución mejor hablar las cosas para llegar a un acuerdo.

 

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