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Paisaje lingüístico, la presencia visual de un idioma

Palabras, olores y sonidos conforman el paisaje lingüístico de una región

No importa dónde estés en el mundo hoy en día, el lenguaje está por todas partes allá donde mires. Se utiliza en letreros de tiendas, productos en el supermercado, nombres de edificios, menús, grafitis, aeropuertos, transporte público, centros comerciales, avisos, carteles publicitarios y vallas. Un cúmulo de palabras y frases que se combinan para formar el paisaje lingüístico de un territorio, región o aglomeración urbana determinada. En territorios especialmente multiculturales y bilingües como en las comunidades de Cataluña, Valencia y País Vasco este paisaje es muy diverso.

Los paisajes lingüísticos revelan información sobre la diversidad presente en un territorio

El paisaje lingüístico puede variar según el contexto sociopolítico y la historia local; con esta herramienta podemos conocer las identidades culturales de una región o deducir sus tensiones políticas mediante la observación de la presencia o ausencia de determinadas lenguas en los espacios públicos. De hecho, el uso y la visibilidad de ciertos idiomas pueden cambiar dependiendo de factores como la ubicación geográfica, el tipo de establecimiento o la composición demográfica de la población local.

En Inèdit entrevistamos a Klaudia Kruszynska, docente de inglés e investigadora en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), especializada en el estudio de los paisajes lingüísticos en contextos educativos.

Pregunta: ¿Qué son los paisajes lingüísticos?

Respuesta: Es una buena pregunta, pues hay un gran debate entre los expertos en paisaje lingüístico. He estado asistiendo a talleres y conferencias cada año con investigadores de todo el mundo, y parte de la discusión se centra sobre qué es y qué no es el paisaje lingüístico, porque es un área de estudio relativamente nueva. Surgió a finales del siglo XX. Una de las definiciones más comunes es la realizada por investigadores canadienses, que definen el paisaje lingüístico como la visibilidad y también el silencio de los idiomas en los espacios públicos. A partir de ahí, ha habido muchas discusiones sobre qué se incluye en estos espacios públicos. Ahora ha habido estudios relacionados con la fuga de habilidades, la fuga de olores y la fuga de sonidos, por lo que el concepto es dinámico. Dado que trabajo con estudiantes de secundaria que se convierten en investigadores y buscan paisajes lingüísticos en su vecindario, siendo más conscientes de su entorno, en mis estudios me suscribo a esta definición tradicional de la visibilidad y el silencio de los idiomas presentados en los espacios públicos.

P.: ¿Qué nos dicen los paisajes lingüísticos sobre una ciudad o población?

R.: De nuevo una pregunta muy acertada, pues todavía tenemos esta idea tradicional de que un idioma está conectado a una nación o un territorio, y creo que en la situación actual, en el siglo XXI, los movimientos migratorios están tan presentes en nuestra vida cotidiana que tal concepción resulta bastante inverosímil. Esta conexión idioma-país o nación probablemente siga existiendo. Sin embargo, a nivel humano y comunitario es irreal porque hay tantos idiomas diferentes que se presentan en tantas comunidades y en tantos lugares… incluidas áreas más rurales, en las que aún sigue habiendo esta diferencia entre la señalización oficial como nombres de calles y avisos públicos publicados por las autoridades y el lenguaje cotidiano que la gente emplea para relacionarse, dependiendo del tipo de comunidades que convivan en cada espacio.

A pesar de ello, hoy en día estamos viendo ligeros cambios en el estado del idioma oficial, porque las autoridades se están dando cuenta de que si quieren comunicar efectivamente el mensaje en ciertas áreas, los idiomas oficiales pueden no ser la mejor opción en según qué áreas en las que el predominio de otras lenguas supera a la oficial. En ese cambio y dinamismo es donde reside la belleza del paisaje lingüístico, pues gracias a esta herramienta nos damos cuenta de con quién más estamos compartiendo el espacio, más allá de las hegemonías. Esto ha sido planteado en los estudios del paisaje lingüístico más recientes, y ya no solo por medio de la presencia visual de los idiomas, sino también auditiva; más allá de los idiomas que podemos ver en carteles, tablones de anuncios, señales, nombres de calles o incluso grafitis, están los idiomas que escuchamos en estos espacios.

P.: ¿Qué importancia tiene enseñar a los niños a comprender los paisajes lingüísticos?

R.: No creo que sea realmente importante enseñarles mucho acerca de los paisajes lingüísticos. Más bien opino que necesitamos hacer que sean conscientes de su entorno y ayudarles a desarrollar un pensamiento crítico sobre el conocimiento que les proporcionamos y la información a la que están expuestos. Considero el paisaje lingüístico una herramienta muy útil para ello, pero estoy segura de que también hay otras herramientas. Para mí esta es la que me funciona mejor, por lo que la utilizo con mis alumnos. Ellos disfrutan porque les permite salir e investigar sus comunidades y ver cosas sobre su entorno de las que no eran conscientes. No es muy difícil enseñarles a salir y tomar fotos de representaciones de diferentes idiomas en su vecindario. Es verdad que el paisaje lingüístico es realmente útil porque luego te permite hablar sobre cosas interesantes como la presencia de los idiomas o qué significan o por qué ciertas lenguas están asociadas con ciertas cosas. Es una gran herramienta y creo que funciona en las escuelas.

P.: Como docente, ¿consideras imprescindible trasladar este proyecto de investigación a las escuelas de Barcelona?

R.: Creo que es realmente importante no concentrarse principalmente en los paisajes lingüísticos, sino concentrarse en hablar sobre cómo los estudiantes desarrollan habilidades críticas y se vuelven más conscientes de su entorno, cuestionando el statu quo y preguntándose por qué viven en una sociedad tan multilingüe y cómo son percibidos y tratados esos idiomas, y obviamente, mediante eso, cómo son tratadas las comunidades que utilizan esos idiomas y cuáles son las actitudes hacia ellas. Creo que hacer esas preguntas es realmente importante y si el paisaje lingüístico es una herramienta que puede ayudarlos a plantearse esas cuestiones, entonces es una opción realmente genial, además que es una metodología fácil de introducir entre los estudiantes. Trabajo con jóvenes de 14 años y también es una buena manera de ayudarlos a desarrollar habilidades mínimas de investigación y recopilación y análisis de datos que no sean tan abstractas, porque toman fotos constantemente, así que es algo natural para ellos.

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