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Hablar del alzhéimer a los alumnos

Cómo incorporar al aula la realidad del alzhéimer

Los colegios deben reflexionar sobre cuánto afecta esta enfermedad a las familias de los alumnos, y proponer actividades educativas que conecten ciencia, sociedad y valores.

En Catalunya hay más de 100 000 personas diagnosticadas de alzhéimer. Un estudio de percepción social en España de la Fundación Pasqual Maragall afirma que el 67 % de la población reconoce que alguien de su entorno próximo padece o ha padecido alzhéimer. En un 28 % de los casos es un familiar de primer grado (abuelo/a, padre/madre o hermano/a). Muchos conviven con familiares, entre ellos abuelos que los alumnos pueden conocer bien. Aunque no hay un dato estadístico exacto de cuántos alumnos conviven con un abuelo enfermo, seguro que es un fenómeno bastante presente. Aprovechar esta realidad en el aula permite convertir el conocimiento en compasión, romper tabúes, y fomentar una ciudadanía informada desde pequeños.

Cómo incorporar al aula la realidad del alzhéimer, sensibilizar, educar y construir empatía desde edades tempranas

Realidad, ciencia y sensibilización

El alzhéimer es la forma más común de demencia, y en España hay más de 800 000 personas diagnosticadas; en Catalunya, más de 100 000. No todos estos casos están en las fases avanzadas, pero los síntomas de deterioro cognitivo, déficit de memoria, pérdida de la atención y hasta cambios de conducta pueden afectar tanto a la persona como al entorno familiar. La Fundación Pasqual Maragall impulsa proyectos de biomarcadores, terapias con anticuerpos antiamiloides aprobados recientemente por la Unión Europea, y también trabajo social con cuidadores. Esto abre nuevas esperanzas: detectar más temprano, tratar mejor, acompañar mejor.

¿Cómo hablar del alzhéimer en clase? Áreas de conocimiento y enfoques según la edad

Educación primaria (6-12 años): enfocarse en la empatía, reconocer emociones, relación familiar. Lengua (lectura de cuentos o relatos con personajes que tengan Alzheimer), Ciencias Naturales (cómo funciona el cerebro, qué le pasa); conviene adaptar el lenguaje para que no asuste, sino que explique lo básico de la memoria, el cuidado, la enfermedad y la persona.

Educación secundaria (13-16 años): se puede profundizar más en Biología (neuronas, acumulación de proteínas como las beta-amiloides y tau), valores (cuidados, responsabilidad, derechos) y salud pública (prevención, estilo de vida); también en Filosofía o Ética para discutir qué significa cuidar, qué derechos deben tener las personas con alzhéimer, cómo se organiza la sociedad para acompañarlas. Visitas y actividades en centros geriátricos para promover la convivencia intergeneracional y el respeto y la empatía hacia personas mayores dependientes.

Bachillerato / Ciclos formativos: sugerimos un acercamiento más técnico: ensayos clínicos, biomarcadores, organoides, políticas de salud, neurociencia, psicología. Incorporar debates, lectura de artículos científicos divulgativos, incluso colaborar con entidades como la Fundación Pasqual Maragall para proyectos de sensibilización o voluntariado estudiantil.

Aprovechar esta realidad en el aula permite convertir el conocimiento en compasión, romper tabúes y fomentar una ciudadanía informada desde pequeños

Hablar del alzhéimer en el aula no es solo dar información; es humanizar una enfermedad que afecta profundamente, apoyar a quienes la viven en silencio y avanzar hacia una sociedad más compasiva y solidaria. Es una oportunidad para hablar de las emociones, revisar el comportamiento de los padres y madres cuidadores de familiares con alzhéimer. Supone una alternativa para trabajar la resiliencia, la actitud ante situaciones adversas, desde el conocimiento y con una mirada de refuerzo positivo hacia la ciencia, poniendo el foco en posibles curas y remedios de los que, con alta probabilidad, disfrutará la actual población de alumnos en su adultez. Los alumnos pueden convertirse en agentes de cambio: reconocer, comprender, acompañar. Y quizá, algún día, vean el alzhéimer no solo como un reto, sino como algo que, gracias al conocimiento y la empatía colectiva, podremos superar mejor juntos.

Hablar de la nueva era del alzhéimer no es solo una expresión afortunada, es una realidad que combina avances científicos sin precedentes con un movimiento social cada vez más amplio. Los nuevos fármacos, la investigación en biomarcadores y organoides y las iniciativas de apoyo a pacientes y familias marcan el camino. Quedan todavía obstáculos —financiación, tiempo de implementación, reconocimiento a los cuidadores—, pero la sensación es clara: el nuevo curso contra el alzhéimer ha comenzado, y lo hace con esperanza y determinación.

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